jueves, 18 de septiembre de 2014

Nitzavim-Vayélej

Reflexiones del Rav Yerahmiel.*



Rav.Yerahmiel Barylka.
“Ustedes están hoy en presencia de .A., su D-os: los cabezas de sus tribus, sus ancianos y sus oficiales, todos los hombres de Israel; sus niños, sus mujeres y los extranjeros que habitan en medio de tu campamento, desde el que corta tu leña hasta el que saca tu agua; para entrar en el pacto de .A., tu D-os, y su juramento que .A. tu D-os, concierta hoy contigo, para confirmarte hoy como su pueblo y para que él sea tu D-os, de la manera que te ha dicho y como lo juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob”. (Devarim  29:9-11). 

Nitzavim cuenta con apenas 40 versículos. No hay en su texto ni preceptos de hacer ni prohibiciones. Pero, sí palabras que dijo Moshé antes de su muerte a todo el pueblo de Israel. Esta parashá se lee antes de Rosh Hashaná y por lo general viene acompañada por Vaielej (sólo se leen separados si el primer día de Rosh Hashaná acaece en lunes o martes). Para ello, Moshé reúne a todos los estratos del pueblo, fusionados ante D-os, sin discriminaciones de ningún tipo. Hay aquí tres generaciones, la de los ancianos remanentes aún de la salida de Egipto, la de quienes nacieron en Egipto pero que se criaron en el desierto y los más jóvenes que ingresarán a la Tierra Prometida. Incluso están los extraños que se fueron agregando al pueblo de Israel, primero en funciones de servicio hasta que se integraron totalmente a él. No fue fácil reunir a todos sin excepción, pequeños y grandes, líderes y liderados. Como no es fácil  reunirlos en nuestros días. Hay aquí una acción digna de un pastor, para el cual todas las ovejas son valiosas igualmente. Ese es Moshé, el pastor, que no excluye a nadie, tal como D-os no prescinde de nadie. “Así dice .A. E’lohim: Yo mismo me encargaré de buscar y de cuidar a mi rebaño. Como un pastor que cuida de sus ovejas cuando están dispersas, así me ocuparé de mis ovejas y las rescataré de todos los lugares donde, en un día oscuro y de nubarrones, se hayan dispersado. Yo las sacaré de entre las naciones; las reuniré de los países, y las llevaré a su tierra. Las apacentaré en los montes de Israel, en los remansos y en todos los poblados del país. Las haré pastar en los mejores pastos, y su redil estará en los montes altos de Israel. Allí descansarán en un buen lugar de pastoreo y se alimentarán de los mejores pastos de los montes de Israel.
Yo mismo apacentaré a mi rebaño, y lo llevaré a descansar. Lo afirma .A. E’lohim. Buscaré a las ovejas perdidas, recogeré a las extraviadas, vendaré a las que estén heridas y fortaleceré a las débiles…” (Ezequiel 34:11-16). En los versículos citados aparece tres veces el término “haiom”, hoy, -en este mismo momento-, provocando inevitablemente que cuando leemos estas palabras nos suenen dirigidas a nosotros y no sólo a quienes estuvieron presentes en esos dramáticos momentos. “Pero no solamente con ustedes, Yo pacto este alianza y este juramento, sino también con los que no se encuentran hoy entre nosotros”, nos dice la Torá en los versículos siguientes, para que no tengamos dudas que el pacto es eterno y que se refiere también a nosotros mismos. Para saber que las generaciones de abuelos, padres e hijos que tienen, cada una, experiencias distintas que aportar, se reúnen también hoy, y que nadie tiene derecho de excluir al prójimo. ¿Fácil? –No. Al contrario, más difícil. Hoy no hay un Moshé. Tampoco todos los abuelos tienen la memoria, ni las que poseen recuerdo, necesariamente es compartido, ni los padres cuentan con la práctica de la experiencia judía. Los únicos que se parecen son los hijos, que tienen mucho por aprender, por vivir, por practicar, por descubrir. Hoy estamos más dispersos que nunca, aún en las pequeñas comunidades en las que muchos aún se encuentran y las divisiones entre nosotros son cada día mayores. Pero…, en los días de selijot nos unimos de alguna manera para recibir Rosh Hashaná. Y, así como nosotros debemos presentar el balance de nuestros actos, así Moshé, presenta el suyo, quizás para inspirarnos. En sus palabras aparece la indicación del regreso, de la teshuvá, del retorno hasta .A.. En ese espíritu de víspera de año nuevo, esta parashá nos sigue enseñando (30:11-13): “Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos de ti. No está en el cielo, para que digas: “¿Quién subirá por nosotros al cielo, nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos?” Ni está al otro lado del mar, para que digas: “¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír, a fin de que lo cumplamos?” Pues muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas.” Y Najmánides -el Ramban-, nos dice, “en tu boca” –por medio de la confesión-, “en tu corazón” –a través del arrepentimiento-. En esta parashá se presentan los dos tipos de teshuvá que podemos emprender, el retorno por temor, por prevención al castigo o después de él, y el regreso por amor.
Dijo Rabí Eliécer en Sanedrín 97 b: “Israel será redimido si se arrepiente, sin arrepentimiento no habrá redención - ¿Sin arrepentimiento no habrá redención? – Le dijo Rabí Iehoshúa- Es que el Santo, bendito sea, les pondrá un rey, que tomará disposiciones tan perversas como las de Hamán y los inducirá a arrepentirse y volver a la buena senda-. Según otra enseñanza, dijo Rabí Eliécer: Si Israel se arrepintiera, obtendrá la redención, como está escrito: “Vuelvan hijos rebeldes y sanaré sus rebeliones” (Irmiahu 3:22) – pero, también dice –le contestó Rabí Iehoshúa- : “De balde fueron vendidos, por tanto, gratuitamente serán rescatados” (Ieshaiahu 52:3). De balde fueron vendidos por la idolatría (ningún valor tienen los ídolos por los que se vendieron), por lo que sin dinero serán rescatados- sin arrepentimiento ni buenas acciones. También dice – contestó Rabí Eliécer a Rabí Iehoshúa: “Vuelvan a mí, y yo volveré a ustedes” (Malaji 3:7). Y así continúa el debate entre estos dos grandes sabios hasta que Rabí Eliécer queda en silencio, como concediendo que Rabí Iehoshúa tuvo razón. Es obvio que ambos llegan a la conclusión que el retorno es imprescindible para lograr la redención, pero, discuten si la misma se logrará a través de un cambio de conducta que se vea forzado o si es menester llegar a él por el amor. En estos días de reflexión que nos quedan antes de la presentación del balance en Rosh Hashaná, al releer la parashá, deberemos nuevamente buscar la manera de elegir, como nos lo invitan las lecturas de las últimas semanas, y ahora, sabiendo que no queda mucho tiempo para tomar la decisión correcta. Que la redención está más que nunca antes, a nuestro alcance. De nuestra actividad y de nuestra actitud, depende que se pueda producir que: “Cuando te vuelvas a .A., tu D-os, y obedezcas a Su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma, entonces .A. hará volver a tus cautivos, tendrá misericordia de ti y volverá a recogerte de entre todos las naciones adonde  te haya esparcido .A., tu D-os. Aunque te encuentres desterrado en el lugar más distante de la tierra, desde allá .A. tu D-os te traerá de vuelta, y volverá a reunirte. Te hará volver a la tierra que perteneció a tus antepasados, y tomarás posesión de ella. Te hará feliz, y te multiplicará más que a tus antepasados” (Devarim 30:2-5).

Shabat Shalom, tizku leshanim rabot neimot vetovot, que sean inscritos y confirmados para un año nuevo, feliz y próspero, en el que estemos iluminados para tomar las decisiones correctas y seamos merecedores de la Redención, por amor.

Rav.Yerahmiel Barylka.
Sinagoga Rambam.
Madrid.