Reflexiones del Rav Yerahmiel.*
Rav.Yerahmiel Barylka. |
“Ustedes están hoy en presencia de .A., su D-os: los cabezas de sus tribus, sus ancianos y sus oficiales, todos los hombres de Israel; sus niños, sus mujeres y los extranjeros que habitan en medio de tu campamento, desde el que corta tu leña hasta el que saca tu agua; para entrar en el pacto de .A., tu D-os, y su juramento que .A. tu D-os, concierta hoy contigo, para confirmarte hoy como su pueblo y para que él sea tu D-os, de la manera que te ha dicho y como lo juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob”. (Devarim 29:9-11).
Nitzavim cuenta con apenas 40
versículos. No hay en su texto ni preceptos de hacer ni prohibiciones. Pero, sí
palabras que dijo Moshé antes de su muerte a todo el pueblo de Israel. Esta
parashá se lee antes de Rosh Hashaná y por lo general viene
acompañada por Vaielej (sólo se leen separados si el primer día de
Rosh Hashaná acaece en lunes o martes). Para ello, Moshé reúne a todos
los estratos del pueblo, fusionados ante D-os, sin discriminaciones de ningún
tipo. Hay aquí tres generaciones, la de los ancianos remanentes aún de la
salida de Egipto, la de quienes nacieron en Egipto pero que se criaron en el
desierto y los más jóvenes que ingresarán a la Tierra Prometida. Incluso están
los extraños que se fueron agregando al pueblo de Israel, primero en funciones
de servicio hasta que se integraron totalmente a él. No fue fácil reunir a
todos sin excepción, pequeños y grandes, líderes y liderados. Como no es fácil reunirlos en nuestros días. Hay aquí una
acción digna de un pastor, para el cual todas las ovejas son valiosas
igualmente. Ese es Moshé, el pastor, que no excluye a nadie, tal como D-os no
prescinde de nadie. “Así dice .A. E’lohim: Yo mismo me encargaré de buscar y de
cuidar a mi rebaño. Como un pastor que cuida de sus ovejas
cuando están dispersas, así me ocuparé de mis ovejas y las rescataré de
todos los lugares donde, en un día oscuro y de nubarrones, se hayan
dispersado. Yo las sacaré de entre las naciones; las reuniré de los países,
y las llevaré a su tierra. Las apacentaré en los montes de Israel, en los
remansos y en todos los poblados del país. Las haré pastar en los mejores
pastos, y su redil estará en los montes altos de Israel. Allí descansarán en un
buen lugar de pastoreo y se alimentarán de los mejores pastos de los montes de
Israel.
Yo mismo apacentaré a mi rebaño, y lo llevaré a descansar. Lo afirma
.A. E’lohim. Buscaré a las ovejas perdidas, recogeré a las extraviadas, vendaré
a las que estén heridas y fortaleceré a las débiles…” (Ezequiel 34:11-16). En los versículos citados aparece tres
veces el término “haiom”, hoy, -en este mismo momento-, provocando
inevitablemente que cuando leemos estas palabras nos suenen dirigidas a
nosotros y no sólo a quienes estuvieron presentes en esos dramáticos
momentos. “Pero no solamente con ustedes, Yo pacto este alianza y
este juramento, sino también con los que no se encuentran hoy entre
nosotros”, nos dice la Torá en los versículos siguientes, para que no
tengamos dudas que el pacto es eterno y que se refiere también a
nosotros mismos. Para saber que las generaciones de abuelos, padres e hijos
que tienen, cada una, experiencias distintas que aportar, se reúnen también
hoy, y que nadie tiene derecho de excluir al prójimo. ¿Fácil? –No. Al contrario,
más difícil. Hoy no hay un Moshé. Tampoco todos los abuelos tienen la memoria,
ni las que poseen recuerdo, necesariamente es compartido, ni los padres cuentan
con la práctica de la experiencia judía. Los únicos que se parecen son los hijos,
que tienen mucho por aprender, por vivir, por practicar, por descubrir. Hoy
estamos más dispersos que nunca, aún en las pequeñas comunidades en las que
muchos aún se encuentran y las divisiones entre nosotros son cada día mayores.
Pero…, en los días de selijot nos unimos de alguna manera para recibir Rosh
Hashaná. Y, así como nosotros debemos presentar
el balance de nuestros actos, así Moshé, presenta el suyo, quizás para
inspirarnos. En sus palabras aparece la indicación del regreso, de la
teshuvá, del retorno hasta .A.. En ese espíritu de víspera de año nuevo,
esta parashá nos sigue enseñando (30:11-13): “Porque este mandamiento que yo te
ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos de ti. No está en el
cielo, para que digas: “¿Quién subirá por nosotros
al cielo, nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos?” Ni está
al otro lado del mar, para que digas: “¿Quién pasará por nosotros el mar, para
que nos lo traiga y nos lo haga oír, a fin de que lo cumplamos?”
Pues muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón,
para que la cumplas.” Y Najmánides -el Ramban-, nos dice, “en tu boca” –por
medio de la confesión-, “en tu corazón” –a través del arrepentimiento-. En esta parashá se presentan los dos
tipos de teshuvá que podemos emprender, el retorno por temor, por
prevención al castigo o después de él, y el regreso por amor.
Dijo Rabí Eliécer en Sanedrín 97 b: “Israel
será redimido si se arrepiente, sin arrepentimiento no habrá redención -
¿Sin arrepentimiento no habrá redención? – Le dijo Rabí
Iehoshúa- Es que el Santo, bendito sea, les pondrá un rey, que tomará
disposiciones tan perversas como las de Hamán y los inducirá a arrepentirse y
volver a la buena senda-. Según otra enseñanza, dijo Rabí Eliécer: Si
Israel se arrepintiera, obtendrá la redención, como está escrito: “Vuelvan
hijos rebeldes y sanaré sus rebeliones” (Irmiahu 3:22) – pero, también dice –le
contestó Rabí Iehoshúa- : “De balde fueron vendidos, por tanto, gratuitamente
serán rescatados” (Ieshaiahu 52:3). De balde fueron vendidos por la idolatría
(ningún valor tienen los ídolos por los que se vendieron), por lo que sin
dinero serán rescatados- sin arrepentimiento ni buenas acciones. También dice –
contestó Rabí Eliécer a Rabí Iehoshúa: “Vuelvan a mí, y yo volveré a ustedes”
(Malaji 3:7). Y así continúa el debate entre estos dos grandes sabios hasta que
Rabí Eliécer queda en silencio, como concediendo que Rabí Iehoshúa tuvo razón.
Es obvio que ambos llegan a la conclusión que el retorno es imprescindible para
lograr la redención, pero, discuten si la misma se logrará a través de un
cambio de conducta que se vea forzado o si es menester llegar a él por el amor. En estos días de reflexión que nos
quedan antes de la presentación del balance en Rosh Hashaná, al releer la
parashá, deberemos nuevamente buscar la manera de elegir, como nos lo
invitan las lecturas de las últimas semanas, y ahora, sabiendo que
no queda mucho tiempo para tomar la decisión correcta. Que la
redención está más que nunca antes, a nuestro alcance. De nuestra actividad y de nuestra
actitud, depende que se pueda producir que: “Cuando te vuelvas a .A., tu D-os,
y obedezcas a Su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos,
con todo tu corazón y con toda tu alma, entonces .A. hará volver a tus
cautivos, tendrá misericordia de ti y volverá a recogerte de entre todos las
naciones adonde te haya esparcido .A.,
tu D-os. Aunque te encuentres desterrado en el lugar más distante de la tierra,
desde allá .A. tu D-os te traerá de vuelta, y volverá a reunirte. Te hará
volver a la tierra que perteneció a tus antepasados, y tomarás posesión de
ella. Te hará feliz, y te multiplicará más que a tus antepasados” (Devarim
30:2-5).
Shabat Shalom, tizku leshanim rabot
neimot vetovot, que sean inscritos y confirmados para un año nuevo, feliz y
próspero, en el que estemos iluminados para tomar las decisiones correctas y seamos merecedores de la Redención, por amor.
Rav.Yerahmiel Barylka.
Sinagoga Rambam.
Madrid.