Harav Yerahmiel Barylka. |
Reflexiones de Harav Yerahmiel Barylka*
El Zohar explica que Noaj tenía miedo de que si oraba por su generación, él mismo no estaría a salvo. ¿Cómo podemos entender esto? Para ello tenemos que hallar la naturaleza de la tefilá. Para implorar por alguien, tienes que entenderlo; te tienes que identificar con sus luchas, sus miedos, su historia, su persona. Noaj tenía miedo que su oración le acercaría a su generación y tal vez se vería influenciado por su mala conducta. Por el contrario, Abraham entendió a la gente de Sedom, dándose cuenta de lo que hacían. Pero no tuvo ambages de orar por ellos.
Curiosamente, el Zohar relata que Noaj al salir del arca, inspeccionó la destrucción a su alrededor, llorando: “Dios, ¿es ésta tu misericordia?” Dios entonces reprendió a Noaj: “Durante 120 años [el tiempo que se tardó en construir el arca] esperé por sus oraciones...”
Este Zohar acentúa la tragedia de Noaj que tenía el potencial para salvar a su generación, ya que era uno de ellos. Sin embargo, en lugar de ser pro-activo, simplemente renunció a ampararlos. El Talmud (Sanedrín 108a) describe el origen de su maldad: “se convirtieron en vanidosos y pretenciosos como resultado de la bondad que Dios les otorgó”. “Su alta calidad de vida, les hizo rechazar a Dios”, “Dicen, pues, a Dios: apártate de nosotros, Porque no queremos el conocimiento de tus caminos. ¿Quién es el Todopoderoso, para que le sirvamos? ¿Y de qué nos aprovechará que oremos a él? (Job 21: 14-15)”.
El midrash, además, comenta sobre el estilo de vida de su generación. Su tecnología fue avanzada hasta tal punto, que el midrash relata, que rara vez tenían que trabajar.