Rav Yerahmiel Barylka
El pueblo judío tiene una propensión casi natural al olvido de las afrentas cometidas por sus perseguidores y a ser misericordioso, por lo que nos resulta difícil cumplir con la mitzvá de “majó timjé”, de poder borrar el recuerdo de Amaleq.
Suprimir a Amaleq necesita de una dosis de crueldad que parece no poseemos en por lo que viene la Torá y nos enseña que eliminar a los malvados es una imperiosa necesidad para lograr que el mundo sea mejor. Cuando nos compadecemos de los infames finalizamos pagando por ello un precio terrible.
Así le fue al rey Shaúl en la historia, cuando por perdonar la vida al rey de Amaleq, dejó la puerta abierta al surgimiento de Hamán en su tiempo y de sus sucesores en el devenir de la historia. Por eso, la Torá insiste tres veces en la necesidad de tomar acción y pese a ello, no logra que se cumpla con ese objetivo desde aquel entonces hasta nuestros días.