Al día siguiente de haber descendido Moisés del Monte Sinaí
con las sagradas Tablas de la Ley fue ordenada la construcción del Mishkán o
Tabernáculo, después de que se sellara el perdón divino con su pueblo. El
hombre había impurificado el mundo con la idolatría al erigir el becerro de
oro. Cuando llegó el arrepentimiento, sobrevino de inmediato la orden de
levantar el Templo para albergar a la Shejiná o Presencia Divina en la Tierra.
La parashat de esta semana (Shabat Mevarjim) Shemini (Vayikrá
9:11) viene a determinar las leyes dietéticas del Pueblo Judío, dictamina por
regla general sobre qué tipo de animal (mamífero, ave o pez) cuya carne es o no
apta para consumir, el compendio básico
de las leyes de Kashrut que se mantienen hasta hoy en día. Es una ley de la
Torá que no tiene una explicación, pero que es obligada cumplir, porque
entronca con el ideal de pureza y con el mandato de ser puros, como lo es el
Eterno (Ha’Kadosh Baruj Hu).
Los animales cuya carne es permitida ingerir son aquellos que tengan pezuña
partida y sean rumiantes. De los peces, todos aquellos que tengan escamas y
aletas, es condición indispensable para su consumo, por lo que están prohibidos
los productos del mar que no reúnan tales requisitos. Basta que no cumplan una
condición para que sea taref o no apto. También se fijan las aves que son
comestibles: gallina, pato, perdiz…, entre otras; y las que no. De los animales que vuelan están
prohibidos el águila, el cuervo, el avestruz, el buitre, el milano, el
murciélago, la gaviota… Ni que decir tiene que son abominación los animales que
se arrastran por la tierra o los reptiles.
Así pues no es apta para comer la carne del cerdo (todos sus
derivados o componentes que pueden aparecer en productos elaborados,
manufacturados, o manipulados por gentiles) y los animales de su especie,
liebre, conejo y camello, entre otros.
Ideologías antagónicas
Todos los animales
permitidos o aptos (kasher/kosher) deben tener la planta del
pie dividida y ser
rumiante. De la interpretación cabalística se infiere, conforme explica el rabí
Mordejay Babor, que “estas dos características básicas que poseen los animales
permitidos, apuntan-metafóricamente-a lo siguiente: la planta del pie es la que
marca el paso a seguir… y rumiar es volver a masticar lo ya ingerido. Existen
dos ideologías religiosas opuestas en el mundo gentil. Una-la del Islam-postula
la idea radical y obtusa de conservar fanática e irracionalmente las reglas y
costumbres de antaño rumiando constantemente lo ya ingerido. La otra-el
Cristianismo-reforma frecuentemente sus reglamentos para adecuarlos a las
circunstancias de la época y sus conveniencias. Esto último representa la
planta del pie dividida porque su ideología se bifurca y se desvía”.
“La primera está
simbolizada en el camello-añade-, que rumia constantemente y posee las plantas
del pie cerradas. Y la segunda, se refleja en el cerdo, que muestra sus patas
hendidas, señal de división y reforma”.
Explica que “lo kosher, es
la idea del Judaísmo que propone ambas ideas en conjunto. Es decir, primero y
principalmente, preservar firmemente las reglas y tradiciones legadas por
nuestros antepasados. Y segundo-y la vez-mantener la mente abierta en una constante
actualización-en cada circunstancia y modalidad que presente la sofisticada
tecnología moderna-basada siempre en la interpretación raigal de la Torá Oral y
con el único fin de conservar la práctica correcta de sus preceptos…”.
El cerdo es el prototipo
del taref y, por cierto, el más detestable. Es exactamente igualmente prohibido
que los demás. Su odiosa fama proviene, según subraya Babor, porque cuando come
extiende sus patas hendidas hacia adelante como mostrando que posee una señal
de kasher, mientras oculta su boca entre ellas ocultando el símbolo que lo
impugna-no es rumiante-, o sea, es omnívoro. Esta actitud hipócrita lo hace tan
repugnante ante el Judaísmo, cuyos principios se basan en la franqueza y la
verdad.
En lo que se refiere a la
fauna marina (“…todo lo que tiene aletas y escamas…”) no se especifican nombres
ni clases, sino que todo se limita a estas dos señales. La razón de esto se
remonta a la misma Creación cuando D-s presentó toda la fauna terrestre ante
Adam, quien les va poniendo a cada uno su nombre. Sin embargo, no ocurrió lo
mismo con la fauna marina, cuyas especies no fueron denominadas por Adam.
La Torá, en lo
concerniente a las aves, sólo enumera las prohibidas. Más adelante en el Libro
Devarim (11:14) el texto señala que “todo pájaro de especie pura podéis
consumir…”.
En el texto bíblico no se
especifican las características distintivas de las aves puras, como ocurre en
el caso de los animales y los peces. Sin embargo, por tradición se sostiene que
existen cuatro indicativos particulares para distinguir las especies
permitidas. A saber, no son de rapiña; poseen espolón en sus patas; tienen un
buche donde acumulan el alimento ingerido; poseen una membrana interior que se
desprende con facilidad, cubre el estómago. No obstante, dada la complejidad
para reconocer las mismas y la diversidad de aves que pueblan el planeta-además
de la semejanza entre las especies avícolas-se optó por autorizar y catalogar
como aptas para el consumo (kasher), únicamente a las especies conocidas a través
de los años.
Con respecto a las
langostas y sus especies, hay decenas de clases de langostas. La Torá fija como
permitidas sólo cuatro especies. Estas últimas, actualmente, no son
identificables. Debido a esto no se permite el consumo de ninguna clase.
Cabe destacar y
coincidimos con la sabia opinión del rabí Mordejay Babor, que ninguna de las
leyes de la Torá ha sido expresada con tanta meticulosidad, precisión y
especificaciones como estas normas que marcan la dieta alimenticia del Kashrut.
Fuentes: Harav Mordejai
Babour, Jumash HaMerkaz, Documentación propia.