En esta porción Ki Tavo (Devarim 26:1-29:8) leemos: “Será que cuando entres en el país que el Eterno, tu D-s, te dé por heredad y la poseas y mores en él, tomarás las primicias de todo el fruto del suelo, las pondrás en el cesto e irás al lugar que eligió el Eterno, tu D-s, para hacer morar su nombre allí...”. (Devarim 26:12).
Esta parashat, que leemos esta semana, comienza con el término hebreo Vahaiá, que
significa “Y será”.
Nuestros sabios señalan que esta manifestación indica una
situación feliz. ¿Acaso existe una satisfacción mayor que la llegada del pueblo
judío a Eretz Israel?
Esa alegría de acceder a la Tierra Prometida se asocia con la
labor de sembrar, arar y cosechar. Seguidamente, los hijos de Israel elevan los
primeros frutos de su trabajo como ofrenda de gratitud al Todopoderoso en el
lugar elegido por Él, “para hacer morar Su Nombre allí”.
La trascendencia e importancia de esta ceremonia se ve
enfatizada y subrayada por el hecho de que al llevar las ofrendas al Sagrado Templo
de Jerusalem el agricultor deberá pronunciar los versículos referentes a la
historia del pueblo judío.
“Digo hoy al Eterno, que vine a la Tierra que Él juró a
nuestros padres hacernos heredar…Un arameo errante era mi padre. Descendió a
Egipto con poca gente. Residió allí y se convirtió en un pueblo grande, fuerte
y numeroso…Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos dieron trabajo
duro…Entonces, clamamos al Eterno, el D-s de nuestros padres. Y el Eterno oyó
nuestra voz y vio nuestra aflicción. El Eterno nos sacó de Egipto con mano
poderosa, con brazo extendido, con terror grande, con señales y prodigios. Nos
trajo a este lugar y nos dio en este país, tierra que mana leche y miel…Y ahora
he aquí que traje las primicias de los frutos de la tierra que me diste”.
(Devarim 26:4-10).
Así las cosas, la alegría no debe ser superficial, tiene que
estar arraigada en las fuentes ancestrales, tal como expresa el rabí Yoná
Blickkstein, en su obra “Jok Lagola”, una lectura que les recomiendo. Una
alegría que entroncada con una cultura y un modo de vida.
Explica rabí Blickstein que “no se puede construir un futuro
ni vivir un presente judío sin basarse en el pasado apoteósico del historial
hebreo. Debemos en todo momento, agradecer los milagros que nos hizo D-s en los
momentos difíciles y por la libertad que nos otorgó al salvarnos de la opresión
del tirano egipcio”.