Shabat, 3 de
Iyar de 5773
Parashat Tazria Metsorá
Vayikrá 12-15
Haftará: II Reyes 7:3-20
Los conceptos pureza e impureza que se mencionan en la Torá, concretamente, en la porción Tazria-Metsorá, no deben ser entididos literalmente como limpieza y suciedad, sino como sinónimos de estados de elevación o depresión espiritual que afectan al alma y no al cuerpo, según comenta el rabí Mordejay Babor en su obra Humash Mor Deror, cuando comenta la parashat Tazria.
En esta parashat la Torá especifica y determina las leyes relativas al leproso (Metsorá), pero el enfoque no se circunscribe a una cuestión médica o de salud, sino que trasciende al plano espiritual y se le asocia al pecado de la calumnia. Así las cosas, a modo de ejemplo, aprendemos de lo que le aconteció a la profetisa Miriam, hermana de Moshé Rabenu, que habló mal de su hermano y fue castigada con la enfermedad de la lepra (Bamidbar 12:8-11). Bien es sabido que la calumnia altera el equilibrio de la sociedad y del hombre en si como parte integrante de la misma.
Esa anomalía que provoca un uso inadecuado de la palabra se reflejaba posteriormente como una lesión biológica definida por la Torá como tsaráat (lepra) que debía ser curada no sólo por médicos sino también por los kohanim encargados de guardar y proteger el espíritu de la persona y del pueblo. Cuando esa persona sufría esa enfermedad era aislada fuera del campamento, aunque tal circunstancia no implicaba un castigo, sino una consecuencia lógica de alejar temporalmente de la sociedad a la persona que atentó contra ella.
Por otro lado, la parashat Metsorá se la denomina tradicionalmente parashat Tahor,pues trata de cuando el metzora se purifica y se cura de su afección. Por lo general, se lee junto a la anterior porción Tazria-Tahor.
La lepra, que se cita en la Torá, constituye algo más que una manifestación de una dolencia física, es decir, un defecto ético-espiritual en el que incurría el portador de la tzaráat. Metsorá alude al motzi-rá que quiere decir "el que saca cosas malas de su boca al expresar algo malo de un semejante".
En este
sentido, y según escribe Bernardo Frydman (Centro Educativo Sefaradí de
Jerusalem), se extrae a modo de moraleja, que “aprendemos acerca de la gran
importancia que tiene la palabra como medio fundamental de la comunicación y de
relación entre las personas de la sociedad y cómo debemos usar esa fuerza
positivamente para conectarnos con D-s (por medio de las plegarias) y con los
seres humanos que nos rodean. Debemos también aprender a escuchar para tener
derecho a ser escuchados”.