jueves, 28 de noviembre de 2013

"Si yo estoy aquí...todo está aquí"



Lectura de la Torá para Shabat, 27 de Kislev de 5774

Sábado, 30 de noviembre de 2013

Tercer día de Hanuká

Parashat Mikets
Bereshit 41:1-44:17
Séfer Shení: Bamidbar 7:24-29
Haftará: Zacarías 2:4-4;7
Mebarjín Hajódesh. Este Shabat bendecimos el nuevo mes de Tevet
A la salida de Shabat, prendido de la cuarta vela

Hanuká, diciembre de 2012, en Tenerife.
Leemos en el Talmud que “estudiaron nuestros sabios:-El precepto del prendido de Hanuká es para el hombre y su familia. La escuela de Shamai sostiene que el primer día de la festividad se encienden las ocho luminarias y luego se va decreciendo a medida que avanzan los días hasta llegar al octavo. Sin embargo, la escuela de Hilel señala, por el contrario, que el primer día se enciende una luminaria y se continúa en forma creciente hasta completar las ocho al fin  de la fiesta.

Una de las razones por lo que la escuela de Shamai es tomada de los sacrificios que se hacían en la fiesta de Sucot que se ofrecen en forma decreciente cada día. Por su parte, la escuela de Hilel indica que en los asuntos de santidad se debe aumentar y no disminuir. Así las cosas, apreciamos que el Talmud nos alecciona sobre la manera de cumplir con el precepto de Hanuká, que tal como se sabe se estableció según la corriente de pensamiento de Hilel. Es decir, se aumenta en una candela cada noche hasta llegar a la octava, en la que queda prendida la janukía en su totalidad.
De ahí que los testimonios de nuestros maestros generalmente requieren de un análisis que trasciende lo superfluo o superficial. En este sentido, descubrimos en numerosas circunstancias conclusiones que en un primer momento no surgen o afloran, sino que se plantean en forma subjetiva.
En la forma objetiva, se entiende el razonamiento por el que una de las dos escuelas de los grandes maestros que fungieron dos milenios atrás, mantenía sus teorías, y en ambos casos con total lógica, salvo que al final, se optó por la tesis del rabí Hilel. Si se analiza en forma más concienzuda cabe preguntarse qué motivó a la escuela de Hilel al sostener su línea de pensamiento frente a un alegato tan convincente como el de Shamai        que la fiesta de Hanuká debía seguir el mismo orden de los holocaustos en Sucot debía ir menguando.
En forma subjetiva se aprecia que el rabí Shamai fundamentaba su criterio en que los sacrificios eran ofrecidos en honor de las 70 naciones existentes entonces, de ahí que en total sumaban 70 holocaustos. Era deseo de Shamai que las fuerzas representadas de las naciones del mundo fuera en forma decreciente de la misma manera que los sacrificios que en su honor se ofrecían. De la misma manera, en Hanuká imponía que se efectuara el prendido de las luminarias en forma decreciente, de lo mucho a poco, simbolizando de esta manera a los greco-sirios de la época de los jashmonaim, que con sus poderosos ejércitos acabaron diezmados por Iehudá y sus hermanos. Es decir, fueron  decreciendo, de ahí se explica que sostuviera que el encendido se debía realizar de más a menos.
Por su parte, el rabí Hilel, con una actitud mucho más positiva, como se puede constatar en numerosos pasajes del Talmud, impone su tesis del prendido de las luminarias en forma ascendente, con lo que pone de relieve que nuestro punto de vista debe estar más pendiente de nuestras conquistas o logros personales y colectivos que de la expectativa de la decadencia ajena. Es decir, que nuestro progreso y avance se sustenten en nuestros méritos, en constante ascenso hacia la perfección sin importarnos el entorno o de esperar que los demás sucumban o fracasen, para así considerarnos a la vanguardia al quedar en ese estado como consecuencia de la caída de los competidores. De ahí su insistencia en que debemos encender las luminarias de Hanuká en forma progresiva o ascendente.
Estamos ante una gran lección de nuestro maestro Hilel, como remarca Mario Suli. “Que importante el obtener logros en todo orden-agrega-, pero sin el parámetro que supone la comparación con los demás. Por lo mismo es que nos legaría el gran sabio Hilel; ya en su vejez, los valiosos términos del Pirké Avot que nos encierran en su contenido su exaltación por personal: Im ani kan…hakol can”…Si yo estoy aquí…todo está aquí”.