Lectura de la Torá para Shabat, 17 de Shevat de 5774
Shabat, 18 de enero de 2014
Parashat YitróShemot 18:1-20:23Hafatará: Isaías 6.1-13 (Sef.)Isaías 6:1-7.6; 9.5-6 (Ash.)
18(1) Y Jetro, sacerdote de Madián y suegro de Moshé, oyó
todo lo que D-s había hecho por Moshé y por Su Pueblo Israel, al que sacó de
Egipto. (2) Y tomó Jetro, suegro de Moshé, a Séfora, después de que él la
envió, (3) y a sus dos hijos, uno de los cuales se llamaba Gersón, porque dijo:
“Forastero (guer) fui en tierra extraña”, (4) y el nombre del otro era Eliezer,
porque “el D-s (El) de mi padre me ayudó (ezri), y me salvó la espada del
faraón”…
La parashat de esta
semana, Yitró, nos muestra la descripción dramática de la revelación de D-s en
el monte Sinaí a los hijos de Israel. Este acontecimiento fue marcado por
truenos y el sonido del Shofar. Los israelitas congregados entonces se
sobrecogieron de temor y miedo. Moshé que estaba en la cima de la montaña
seguramente debió haber sentido la excitación y entusiasmo del pueblo. No
obstante, las tablas de piedras que contenían los mandamientos fueron
estrelladas por Moshé contra el suelo cuando se encontró, al descender de la
cumbre, al pueblo de Israel adorando al becerro de oro. Moshé tuvo que subir de
nuevo a la cima del monte Sinaí. D-s le dijo a Moshé que tendría que tallar la
piedra él mismo. Solo en la montaña y sin relámpagos ni truenos y con una turba
de gente excitada circundando el monte. Moshé tuvo que trabajar por su propia
cuenta.
Así las cosas, fue el segundo grupo de tablas el que
sobrevivió, no el primero que había sido entregado con tanta ceremonia. En el
libro Meam Loez se recoge la enseñanza de que en la vida las cosas auténticas,
importantes y permanentes son realizadas por solo una persona con el fruto de
su esfuerzo y dedicación. Las cosas hechas con gran estruendo y clamor público
no necesariamente son, en verdad, significativas, sino sólo temporales y
efímeras. Una persona como Moshé, que lucha sola y trabaja en silencio, puede
producir algo realmente apreciable y duradero, de ahí la transmisión de un
legado divino no sólo al pueblo de Israel sino a toda la Humanidad entera.
Esas dos tablas contienen los diez mandamientos, un conjunto
de leyes básicas para la convivencia de la humanidad, bajo el denominador común
de la idea del D-s único, universal y eterno, pero particularmente, para el
Pueblo de Israel, sobre el que recae la aceptación y observancia de las 613
mitzvot o preceptos. La idea del D-s único frente a la idolatría, el amor al
prójimo como a uno mismo, el respeto a los padres, la observancia del descanso
sabático, no matar, no robar, no mentir ni calumniar ni levantar falsos
testimonios, no cometer adulterio, no consentir en pensamientos ni deseos
impuros, no desear o codiciar bienes ajenos…