miércoles, 15 de enero de 2014

La revelación de D-s en el monte Sinaí al Pueblo de Israel



Lectura de la Torá para Shabat, 17 de Shevat de 5774
Shabat, 18 de enero de 2014

Parashat Yitró
Shemot 18:1-20:23
Hafatará: Isaías 6.1-13 (Sef.)
Isaías 6:1-7.6; 9.5-6 (Ash.)

18(1) Y Jetro, sacerdote de Madián y suegro de Moshé, oyó todo lo que D-s había hecho por Moshé y por Su Pueblo Israel, al que sacó de Egipto. (2) Y tomó Jetro, suegro de Moshé, a Séfora, después de que él la envió, (3) y a sus dos hijos, uno de los cuales se llamaba Gersón, porque dijo: “Forastero (guer) fui en tierra extraña”, (4) y el nombre del otro era Eliezer, porque “el D-s (El) de mi padre me ayudó (ezri), y me salvó la espada del faraón”…

La parashat de esta semana, Yitró, nos muestra la descripción dramática de la revelación de D-s en el monte Sinaí a los hijos de Israel. Este acontecimiento fue marcado por truenos y el sonido del Shofar. Los israelitas congregados entonces se sobrecogieron de temor y miedo. Moshé que estaba en la cima de la montaña seguramente debió haber sentido la excitación y entusiasmo del pueblo. No obstante, las tablas de piedras que contenían los mandamientos fueron estrelladas por Moshé contra el suelo cuando se encontró, al descender de la cumbre, al pueblo de Israel adorando al becerro de oro. Moshé tuvo que subir de nuevo a la cima del monte Sinaí. D-s le dijo a Moshé que tendría que tallar la piedra él mismo. Solo en la montaña y sin relámpagos ni truenos y con una turba de gente excitada circundando el monte. Moshé tuvo que trabajar por su propia cuenta.

Así las cosas, fue el segundo grupo de tablas el que sobrevivió, no el primero que había sido entregado con tanta ceremonia. En el libro Meam Loez se recoge la enseñanza de que en la vida las cosas auténticas, importantes y permanentes son realizadas por solo una persona con el fruto de su esfuerzo y dedicación. Las cosas hechas con gran estruendo y clamor público no necesariamente son, en verdad,  significativas, sino sólo temporales y efímeras. Una persona como Moshé, que lucha sola y trabaja en silencio, puede producir algo realmente apreciable y duradero, de ahí la transmisión de un legado divino no sólo al pueblo de Israel sino a toda la Humanidad entera.
Esas dos tablas contienen los diez mandamientos, un conjunto de leyes básicas para la convivencia de la humanidad, bajo el denominador común de la idea del D-s único, universal y eterno, pero particularmente, para el Pueblo de Israel, sobre el que recae la aceptación y observancia de las 613 mitzvot o preceptos. La idea del D-s único frente a la idolatría, el amor al prójimo como a uno mismo, el respeto a los padres, la observancia del descanso sabático, no matar, no robar, no mentir ni calumniar ni levantar falsos testimonios, no cometer adulterio, no consentir en pensamientos ni deseos impuros, no desear o codiciar bienes ajenos…