El mes de Elul cierra el año hebreo y seguidamente lo asociamos con la Teshuvá (arrepentimiento o retorno). En esta recta final nos esforzamos por inclinar la balanza con la vista puesta en Rosh Hashaná, literalmente, cabeza de año, día en el que todos nuestros actos son examinados. Una balanza que se representa por el signo del Zodiaco de Thisrei. Contamos 12 meses, como lo son las 12 tribus de Israel. Así, pues, la tribu de Dan, raíz hebrea del verbo juzgar, corresponde al mes de Tishrei.Tres libros se abren en Rosh Hashaná, según detallan nuestros sabios. Los piadosos son inscritos en el Libro de la Vida, los malvados en libros de muerte y los medianos quedan pendientes en la lista de espera hasta Yom Kipur.
Según señala
Vidal Elgozy, “para no aterrizar de repente en Rosh Hashaná, sin previo examen de conciencia,
tenemos el mes de Elul, durante el cual nos preparamos para el encuentro con el
Creador. En este día debemos renovar el contrato de la vida. Los preparativos
para algo de tan primordial importancia han de ser minuciosos, pues una pequeña
contrariedad puede acarrear graves consecuencias”.
Con la
creación del hombre, el mundo alcanzó su cenit el viernes 1 de Tishrei. Este
mismo día Adam pecó, fue juzgado e hizo Teshuvá y fue perdonado.
Rosh Hashaná
es el día en el que el Creador fija quién vivirá y quién no; quiénes gozarán de
tranquilidad y bienestar y quiénes sufrirán; qué países disfrutarán de holgura
y quienes estarán escasos o deprimidos o sufrirán hambre o guerras. Todos los
acontecimientos que han de ocurrir durante el año se determinan en Rosh
Hashaná, lo cual le confiere a este día el carácter de solemnidad, temor y
respeto.