Lectura de la Torá para Shabat 15 de Marjeshvan 5774
Parashat Vaierá
Bereshit 18:1-22:24
Haftará:
II Reyes 4:1-23 (Sef)
II Reyes 4:1-37 (Ash)
“Y se apareció D-s a él…”. El texto no cita con qué finalidad se le apareció
D-s a Abraham Avinu en esta ocasión. Los comentaristas revelan que D-s llegó
aquí para visitarlo en su convalecencia tras haberse practicado la circuncisión.
Otros exégetas explican que esta aparición se refiere a la visita de tres
ángeles: Miguel, Rafael y Gabriel, quienes tenían encomendada una misión en
tres vertientes. Debían avisarle del feliz acontecimiento de que Sara
concebiría y tendría un hijo, un año después de aquella visita, aún en su
vejez; socorrerle en el restablecimiento de su salud tras el Brit Mila, y
advertirle de la destrucción de Sedom y Amorá (Sodoma y Gomorra), al tiempo que
salvarían a su hermano Lot y familia de la catástrofe.
A grandes rasgos, esta parashat nos narra también el nacimiento de Yitzhak y
la prueba definitiva del amor y lealtad de Abraham a D-s, que se cita en la
Akedá o relato del sacrificio de su hijo.
Por otro lado, en esta ocasión leemos sobre la súplica de Abraham por la
ciudad de Sodoma, que nos viene a mostrar que D-s es justo y misericordioso.
Aprendemos de esta parashat, en este aspecto, que el mundo no existiría sin
justicia y bondad.
La fe de Abraham queda sellada cuando se percata de que D-s juzga a los buenos
separadamente de los malos, y como resultado D-s está dispuesto a perdonar a
toda la ciudad por diez personas justas. Los habitantes de Sodoma eran
desconocidos para Abraham, pero aún así él todavía rogó por ellos. De acuerdo a
nuestra tradición, D-s nos enseña que preferiría ver al malvado cambiar su
estilo de vida a que simplemente se lo castigue por sus maldades.
“No siento ningún placer por la muerte del malvado, sino porque el malvado
se aparte de su camino y viva” (Ezequiel 33:11). En este sentido, escribe el
rabí Aarón L. Peller, que “uno no debe malinterpretar esta idea de modo que
signifique que el Judaísmo quiere que no se castigue la malicia. La justicia
significa que cuando uno hace algo malo, primero debe admitir su pecado, estar
verdaderamente arrepentido, pedir perdón y demostrar que sinceramente quiere
cambiar su camino y no repetir el pecado. Porque solamente cuando uno ha dado
estos pasos, tiene derecho a reclamar justicia y piedad para otros”.