Hoy (25 de kislev de 5775), 16 de diciembre de 2014 las comunidades judías del mundo, en Israel y la Diáspora, iniciamos la fiesta de Janucá, con el prendido de la primera de las ocho candelas, en conmemoración del retorno al culto del Sagrado Templo de Jerusalem, tras la victoria de los jasmoneos contra el poderío heleno asirio y por consiguiente el triunfo contra la tiranía y la persecución religiosa instigada bajo la autoridad de Antíoco IV Epifanes (Siglo II antes de la Era Común).
El precepto más
importante de Janucá consiste en el prendido de las luces, una en la primera
noche, dos en la segunda, tres en la tercera….y ocho en la víspera de la octava
noche. Para ello se utiliza un candelabro especial denominado hanukía que
adopta la forma de menorá con ocho recipientes para velas o mechas para de
aceite junto con el noveno que se le llama shamash o bedel que se usa para
prender el resto.
Estas luminarias no
se pueden emplear para otro uso que para conmemorar la fiesta en sí. Es
costumbre que los niños jueguen con perinola o sevivón, una especie de trompo.
Los jóvenes reciben dinero o regalos.
En la sinagoga se
recita el Halel completo y la keriat Hatorá (lectura de la Torá) se efectúa
diariamente.
En el rezo de la
Amida y en Bircat Hamatzon se intercala Al Hanisim (Por los Milagros), en
relación a los acontecimientos y milagros asociados a Hanuká.
Tanto en la sinagoga
como en el hogar se recita el himno Maoz Tzur, una vez que se han encendido las
luces de Januká y recitadas las bendiciones apropiadas.
Las comidas
tradicionales de la festividad consisten en buñuelos (sufganiot) y panqueques
de papas (levivot; latkes en yidish) que se fríen en aceite.
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