Lectura de la Torá para Shabat, 23 de Kislev de 5776
Sábado, 5 de diciembre de 2015
Parashat Vaieshev
Bereshit 37:1-40:23
Hafatará: Amós 2:6-3:8
“Y residió Yaakov en las tierras que habitó su padre, en la Tierra de Kenán-an”.
En esta edición abordamos la apasionante y dramática historia de Yosef, el
hijo predilecto de Yaakov Avinu constituye el ejemplo más significativo y
aleccionador sobre cómo deben interpretar los avatares y penurias de la vida.
Todo lo que enfrenta la persona durante su existencia, aún los hechos más
injustos e incomprensibles, ocultan un propósito para uno mismo y para los
demás. Sobre este aspecto comenta Harav Mordejay Babor, que “la clave para
descubrir este propósito consiste en asumir las pruebas con humildad, con firme
fe firme y paciente perseverancia”.
Agrega en su análisis de la parashat que “nadie podía imaginar-en el difícil
y terrible principio de esta historia-que lo que estaba sucediendo tenía un
propósito ulterior programado por D-s. Sólo el Patriarca Yaakov, con la fuerza
de su santidad y experiencia, vislumbró algo, pero aún así, no pudo imaginar
jamás la profunda trama que se estaba urdiendo”.
En esta parashat, entre otras cosas, se alude a los sueños que tuvo Yosef
aún cuando no había descendido a Egipto. El origen de los sueños, según escribe
el Rabí Babor, es atribuible a tres factores: mental, físico y espiritual.
La interpretación de los sueños y el efecto que pueden llegar a tener en la
vida real-agrega-depende de tres cosas: estado anímico del soñador; la forma en
que lo cuenta y transmite y de quién y cómo lo interpreta.
Yosef estaba convencido de que no eran fruto de su imaginación y sorprendido
e impactado por lo que soñó, fue a referírselo a sus hermanos, sin saber que en
realidad contenían un mensaje metafísico y ellos, sin pretenderlo, acertaron en
la interpretación, al increparle diciendo: “¿Acaso crees que vas a reinar sobre
nosotros…?”.
En esta parashat se narra la vida de Yosef y el percance
sufrido con sus hermanos que estaban celosos de él, hecho que lo conducirían al
fondo de un pozo y a su venta a unos mercaderes y su descenso a Egipto donde
hubo de soportar importantes pruebas de las que salió airoso y llegó a alcanzar
el estatus de virrey en la corte del Faraón. Su habilidad para interpretar los
sueños no sólo supuso su liberación de la cárcel sino que lo encumbró a las más
altas esferas de la administración egipcia y llegó a contraer matrimonio del que nacieron sus hijos Efraín y Menashé.
Asimismo, se observa en esta parashat la sabiduría, generosidad y capacidad
para perdonar de Yosef, quien acaba reconciliándose con sus hermanos tras
revelarle su identidad cuando éstos descendieron a Egipto a comprar provisiones, dado que había escasez en Kanán-an.