Los tres párrafos que dan comienzo a esta parashat (Devarim 21:10-25-19) tratan de situaciones familiares únicas, es decir: el soldado que se enamora de una chica enemiga, el hombre que tiene dos esposas, una amada y otra despreciada, y el hijo rebelde, según escribe el rabí Sam Kassim.
Agrega el comentarista que “en tiempos pasados estas
situaciones eran muy raras. Sin embargo, recién en la actualidad podemos
realmente comprender la Torá. Hoy en día en Israel existen algunos judíos que
brindan tratamiento especial a prisioneros de origen no judío. Contamos además
en Israel con una institución de segunda “esposa” cuyos derechos están
protegidos por ley. Y, finalmente, predominan los chicos rebeldes que eligen no
seguir los pasos de sus padres”.
“D-s nos dice-añade-cómo conducirnos con las situaciones
presentadas arriba y esto asegura la preservación de la sociedad que se rija de
acuerdo a la Torá y esté basada en el mutuo amor, paz y tranquilidad. Una
parashat tan repleta de mitzvot, ubica a la familia cono sine qua non ante los
demás preceptos que aparecen en el capítulo, para decirnos que debemos reforzar
nuestros lazos familiares, nuestros lazos comunitarios, nuestra tradición
sefaradí y nuestra herencia judaica para garantizar la perpetuidad del Judaísmo
en las generaciones futuras”.