jueves, 10 de julio de 2014

En nuestra generación está faltando Moshé Rabenu




El pensamiento de Ethel *

El pueblo se prepara su ingreso a la tierra  se realizan los últimos arreglos para el reparto del territorio, y en ese momento irrumpen en la escena a cinco mujeres: “Entonces las hijas de Tzlofhad…   se acercaron; y estos eran los nombres de sus hijas: Maala, Noa, Hogla, Milca y Tirtza” (Números-Bemidbar 27:1)

Las cinco mujeres piden de Moshé y los líderes  del pueblo recibir lo que ellas consideran que les corresponde en el reparto: “Nuestro padre murió en el desierto, aunque no estuvo entre el grupo de los que se juntaron contra el Señor, en el grupo de Koraj, sino que murió por su pecado, y no tuvo hijos. ¿Por qué ha de desaparecer el nombre de nuestro padre de entre su familia sólo porque no tuvo hijo? Dadnos herencia entre los hermanos de nuestro padre”. (Números- Bemidbar  27:3-4). El jefe de familia murió sin dejar hijos que lo puedan heredar, las hijas, juntas, exigen la herencia. ¿Y por qué les fue necesario enfatizar que su padre murió por sus propios pecados y no fue parte del grupo de Koraj? Conforme a la exégesis dos son los casos en que fue negada la recepción de la tierra: a los que se quejaban, o sea la generación del desierto la cual recibió el castigo de morir en el camino y al grupo de Koraj, que no murió sino que fue descendieron a los abismos de la tierra con todas sus pertenencias. 

Las hijas destacan el hecho que el padre murió  como cualquier persona por su propios pecados personales pero no fue parte de la transgresión colectiva (ver: Rashí y Rambán acerca de este versículo). La transgresión del padre no pertenece a la dimensión nacional, y aún más, la transgresión es sólo de él y ellas no son responsables por las transgresiones de su padre.  También si el padre era un pecador, ellas están hablando con la máxima autoridad del pueblo judicial del pueblo, con Moshé.  Moshé por su parte siente necesidad de consultar a D-os: “Y Moisés llevó su causa delante de D-os” (Números- Bemidbar  27:5).  Moshé, jefe de la pirámide judicial, al que nadie puede cuestionar su autoridad, ve necesario postergar su respuesta y solicitar la opinión de D-os.  Moshé, parece, es claramente consciente de sus limitaciones, sabe que debe hacer un juicio justo y que en donde encuentra dificultad debe aconsejarse como está escrito “Y en aquella ocasión mandé a vuestros jueces, diciendo: "Oíd los pleitos entre vuestros hermanos, y juzgad justamente entre un hombre y su hermano o el forastero que está con él. No mostraréis parcialidad en el juicio; lo mismo oiréis al pequeño que al grande. No tendréis temor del hombre, porque el juicio es de D-os. Y el caso que sea muy difícil para vosotros, me lo traeréis a mí, y yo lo oiré” (Deuteronomio-Devarim 1-17).
La respuesta de D-os es unívoca: “Bien dicen las hijas de Tzlofhad. Ciertamente les darás posesión de una heredad entre los hermanos de su padre; y traspasarás la heredad de su padre a ellas” (Números – Bemidbar 27:7).
Y así explica el Midrash: “Escucharon las hijas de Tzlofhad que la tierra se dividiría entre las tribus, entre los varones y no entre las mujeres, se reunieron todas juntas para aconsejarse y dijeron: la misericordia de D-os no es como la de los hombres, los hombres se compadecen más de los varones más que de las mujeres pero quien creó el mundo no es así, su misericordia es  para varones y mujeres, su misericordia es por todos como está escrito “El que da sustento a toda carne, porque para siempre es su misericordia…(Salmos 126:5)”. Sifrí Bemidbar párrafo 133
Las hijas de Tzlofhad tienen seguridad absoluta en que la justicia saldrá a la luz y será realizada, que un sistema judicial basado en la visión de D-os no puede no ser justo y tener en cuenta las necesidades del individuo, y el líder si es tal, reconocerá a fin de cuentas esta verdad y actuará de acuerdo a ella. Las mujeres de hoy dependen muchas veces de un sistema judicial y social que olvida cuáles su responsabilidades hacia los seres humanos  hacia el Cielo, tergiversa sus funciones, y se siente amenazado cuando no conoce todas las respuestas.
En nuestra generación está faltando  Moshé Rabenu.
*Ethel Barylka