Sukot constituye una de las tres fiestas de peregrinaje estipuladas en la Torá o Shalosh Regalim del calendario hebreo, que nos recuerda el tránsito durante 40 años por el desierto de camino hacia Eretz Israel y cuando el pueblo de Israel moraba en cabañas. También se le conoce como Jag Heasif o Fiesta de la Cosecha. Coincide con el tiempo en que las mies de los campos ha sido recogida y la gente se regocija ante el Señor en acción de gracias por las bendiciones que Él nos ha prodigado al final del año.
Sukot constituye una de las tres fiestas de peregrinación (shalosh regalim)./R.B-A. |
Tal como señala Vidal Elgazy, Sukot representa la cumbre de
la reconciliación. Esta fiesta acontece justo después de Yom Kipur. “A duras
penas-escribe Elgazy-conseguimos construir la suká o cabaña, adquirir los 4
minim y efectuar los demás preparativos para una pascua de ocho días”.
Sukot es tiempo de alegría, porque estamos obligados a estar
alegres por mandato de la Torá. “Y te alegrarás en tus solemnidades y estarás
ciertamente alegre”. (Devarim 16). “Y os alegraréis delante de D-s” Vuestro
Eterno”. (Vayikrá 23). Asimismo, en los rezos de Kidush recordamos (“Nos
alegraremos y regocijaremos por ti” (Shir HaShirim, 1). “Y alegría para los
rectos de corazón”. (Tehilim 97).
En Sukot se da la alegría del agricultor o del propietario
de fincas o campos al ser época de la cosecha. Se ven los frutos del trabajo y
de la inversión de todo un año.
Por otro lado, en Sukot abandonamos nuestros hogares y sus
comodidades para pasar a una tienda sencilla, en donde nuestra permanencia se transforma en una cadena de mitzvot. Actos
tan usuales como comer, beber, dormir, se transforman en mitzvot en la sucá.
Sin duda se trata del mejor regocijo para el buen judío. La recolección y la
riqueza también nos alegran, pero son de
importancia secundaria, las dejamos en la casa, según añade Vidal Elgazy.
La alegría de Sukot cierra el ciclo que comienza con la
tristeza del 9 de Av. El luto y la
destrucción siembran en nuestro corazón cierto desespero de este mundo. Del
duelo surge la consolación, con el profundo conocimiento de una realidad espiritual.
Ésta genera Teshuvá y este acercamiento nos conduce a la alegría de Sukot.
Elgazy señala tres eslabones que están ligados entre sí:
luto-consolación-teshuvá-alegía.
El carácter agrícola
de esta festividad recibió una expresión simbólica en los oficios mediante el
empleo de las cuatro especies vegetales o arbaá minim que consisten en el etrog
o la cidra, el lulav o rama de palma, tres hadasim, ramas de mirto y avarot o
ramas de sauce. Esta costumbre se sustenta en el precepto bíblico: “Y tomaréis
para vosotros en el día primero el fruto del árbol hermoso (el etrog), ramos de
palma (lulav) y ramilletes de árboles frondosos (hadasim) y sauces de los
arroyos (aravot) y los regocijaréis delante del señor vuestro D-s durante siete
días”.
Estas cuatro plantas, tres de las cuales, el lulav, los tres
mirtos y los dos sauces son atadas mediante hojas de palma, conforman con toda
seguridad una extraña combinación que nos comunica algo. El Midrash subraya
esto de la siguiente manera: “Tal como el etrog tiene un sabor bueno y una
fragancia agradable, así también entre los israelitas existen hombres
estudiosos de Torá y que practican buenas acciones; un ramo de palma, tal como
su fruto el dátil, tiene buen sabor, pero carece de aroma, así hay hombres que
han estudiado Torá, pero que no aplican lo aprendido con perfección; tal como
el mirto posee un agradable olor, resulta insulso, así hay hombres de buenas
acciones, pero que no poseen instrucción; y tal como el sauce ni tiene olor ni
es comestible, así son aquellos hombres que ni tienen instrucción ni practican
buenas acciones. Así las cosas, estas cuatro especies simbolizan los cuatro
tipo de personas que conforman una nación. De forma separada, tienen distintos
temperamentos, pero todos son necesarios para componer la sociedad humana. Al
unir las plantas, las virtudes de la confraternidad, unidad y cooperación en la
comunidad son ampliamente demostradas y mancomunadas.
La bendición especial al pronunciarse sobre las cuatro
especies es: “…Al netilat lulav”, debido a que esta planta es la más grande de
las cuatro. En el primer día se recita seguida de Shehejeianu. Cuando se
pronuncia Hodú y Ana HaShem en Halel, agitamos la los arbaá minim en todas las
direcciones proclamando, de esta manera,
que el mundo pertenece a D-s y que Su dominio impera en todo el
Universo. Esto guarda semejanza con la ceremonia en la que se tremolaban las
especies en el Templo. En el Talmud se alude a que en los tiempos antiguos los
hombres de Jerusalem ponían tanto celo en el cumplimiento de esta mitzvá que
acostumbraban llevar consigo el lulav a donde quiera se dirigieran durante el
tiempo que durara la celebración.
En Shabat no se toma el lulav, dado que nuestros Sabios
temían que el pueblo lo transportara por
las calles, de camino a la Sinagoga, siendo que en este día no está permitido
el transporte de objetos en el dominio público. En las épocas del Templo, el
lulav se empleaba todos los días, sólo en el mismo Templo. Fuera del mismo se
usaba el primer día, dado que así fue estipulado directamente por mandato
bíblico (“Lo tomaréis para vosotros en el día primero”.); el lulav era tomado
el primer día dentro y fuera del templo aún si acontecía en Shabat. Pero tras
la destrucción del Templo, se dispuso que todos los judíos e todo el mundo
tomaran el lulav todos los días de la festividad en conmemoración de la
práctica del Templo, salvo en Shabat, por la razón antes expuesta.