martes, 17 de septiembre de 2013

Sukot, la cumbre de la reconciliación





Sukot constituye una de las tres fiestas de peregrinaje estipuladas en la Torá o Shalosh Regalim del calendario hebreo, que nos recuerda el tránsito durante 40 años por el desierto de camino hacia Eretz Israel y cuando el pueblo de Israel moraba en cabañas. También se le conoce como Jag Heasif o Fiesta de la Cosecha. Coincide con el tiempo en que las mies de los campos ha sido recogida y la gente se regocija ante el Señor en acción de gracias por las bendiciones que Él nos ha prodigado al final del año.
Sukot constituye una de las tres fiestas de peregrinación (shalosh regalim)./R.B-A.

Tal como señala Vidal Elgazy, Sukot representa la cumbre de la reconciliación. Esta fiesta acontece justo después de Yom Kipur. “A duras penas-escribe Elgazy-conseguimos construir la suká o cabaña, adquirir los 4 minim y efectuar los demás preparativos para una pascua de ocho días”.
Sukot es tiempo de alegría, porque estamos obligados a estar alegres por mandato de la Torá. “Y te alegrarás en tus solemnidades y estarás ciertamente alegre”. (Devarim 16). “Y os alegraréis delante de D-s” Vuestro Eterno”. (Vayikrá 23). Asimismo, en los rezos de Kidush recordamos (“Nos alegraremos y regocijaremos por ti” (Shir HaShirim, 1). “Y alegría para los rectos de corazón”. (Tehilim 97).
En Sukot se da la alegría del agricultor o del propietario de fincas o campos al ser época de la cosecha. Se ven los frutos del trabajo y de la inversión de todo un año.

Por otro lado, en Sukot abandonamos nuestros hogares y sus comodidades para pasar a una tienda sencilla, en donde nuestra permanencia  se transforma en una cadena de mitzvot. Actos tan usuales como comer, beber, dormir, se transforman en mitzvot en la sucá. Sin duda se trata del mejor regocijo para el buen judío. La recolección y la riqueza también nos alegran, pero  son de importancia secundaria, las dejamos en la casa, según añade Vidal Elgazy.
La alegría de Sukot cierra el ciclo que comienza con la tristeza del 9 de Av. El luto  y la destrucción siembran en nuestro corazón cierto desespero de este mundo. Del duelo surge la consolación, con el profundo conocimiento de una realidad espiritual. Ésta genera Teshuvá y este acercamiento nos conduce a la alegría de Sukot. Elgazy señala tres eslabones que están ligados entre sí: luto-consolación-teshuvá-alegía.
El  carácter agrícola de esta festividad recibió una expresión simbólica en los oficios mediante el empleo de las cuatro especies vegetales o arbaá minim que consisten en el etrog o la cidra, el lulav o rama de palma, tres hadasim, ramas de mirto y avarot o ramas de sauce. Esta costumbre se sustenta en el precepto bíblico: “Y tomaréis para vosotros en el día primero el fruto del árbol hermoso (el etrog), ramos de palma (lulav) y ramilletes de árboles frondosos (hadasim) y sauces de los arroyos (aravot) y los regocijaréis delante del señor vuestro D-s durante siete días”.
Estas cuatro plantas, tres de las cuales, el lulav, los tres mirtos y los dos sauces son atadas mediante hojas de palma, conforman con toda seguridad una extraña combinación que nos comunica algo. El Midrash subraya esto de la siguiente manera: “Tal como el etrog tiene un sabor bueno y una fragancia agradable, así también entre los israelitas existen hombres estudiosos de Torá y que practican buenas acciones; un ramo de palma, tal como su fruto el dátil, tiene buen sabor, pero carece de aroma, así hay hombres que han estudiado Torá, pero que no aplican lo aprendido con perfección; tal como el mirto posee un agradable olor, resulta insulso, así hay hombres de buenas acciones, pero que no poseen instrucción; y tal como el sauce ni tiene olor ni es comestible, así son aquellos hombres que ni tienen instrucción ni practican buenas acciones. Así las cosas, estas cuatro especies simbolizan los cuatro tipo de personas que conforman una nación. De forma separada, tienen distintos temperamentos, pero todos son necesarios para componer la sociedad humana. Al unir las plantas, las virtudes de la confraternidad, unidad y cooperación en la comunidad son ampliamente demostradas y mancomunadas.
La bendición especial al pronunciarse sobre las cuatro especies es: “…Al netilat lulav”, debido a que esta planta es la más grande de las cuatro. En el primer día se recita seguida de Shehejeianu. Cuando se pronuncia Hodú y Ana HaShem en Halel, agitamos la los arbaá minim en todas las direcciones proclamando, de esta manera,  que el mundo pertenece a D-s y que Su dominio impera en todo el Universo. Esto guarda semejanza con la ceremonia en la que se tremolaban las especies en el Templo. En el Talmud se alude a que en los tiempos antiguos los hombres de Jerusalem ponían tanto celo en el cumplimiento de esta mitzvá que acostumbraban llevar consigo el lulav a donde quiera se dirigieran durante el tiempo que durara la celebración.
En Shabat no se toma el lulav, dado que nuestros Sabios temían que el pueblo  lo transportara por las calles, de camino a la Sinagoga, siendo que en este día no está permitido el transporte de objetos en el dominio público. En las épocas del Templo, el lulav se empleaba todos los días, sólo en el mismo Templo. Fuera del mismo se usaba el primer día, dado que así fue estipulado directamente por mandato bíblico (“Lo tomaréis para vosotros en el día primero”.); el lulav era tomado el primer día dentro y fuera del templo aún si acontecía en Shabat. Pero tras la destrucción del Templo, se dispuso que todos los judíos e todo el mundo tomaran el lulav todos los días de la festividad en conmemoración de la práctica del Templo, salvo en Shabat, por la razón antes expuesta.