martes, 20 de enero de 2015

Bo

Rav Yerahmiel Barulka

Reflexiones del  Rav Yerahmiel*


En esta parashá llegamos al relato de las últimas plagas. Una de ellas, fue la de la oscuridad, cuyo peso no es fácil de imaginar. Según el profeta Ieshayahu, 19:15, “ Y no aprovechará a Egipto cosa que haga la cabeza o la cola, la rama o el junco”, de acuerdo con Shemot Rabá 14,2 “, el Santo, bendito sea, los condujo a las profundidades (tehom), siendo la oscuridad tal, que “las tinieblas estaban sobre la faz del abismo,”(como en Bereshit 1: 2)

La oscuridad que sufrieron los egipcios era la oscuridad de la Gehena”. Así como nuestros sabios dicen que la primera plaga –la sangre - golpeó el Nilo, según dice un midrash, porque los egipcios habían “echado a los hijos de los israelitas en el mar” (Mishná Rabí Eliezer, 19). También la plaga de la oscuridad que aparece en nuestra parashá puede explicarse en términos de retribución.

El efecto de la oscuridad, como se describe en la lectura de esta semana, fue que “Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días; mas todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones” (Shemot 10:23). Los egipcios, que habían esclavizado a los hijos de Israel, negándoles permiso para que hagan el camino de tres días por el desierto “Y ellos dijeron: El Eterno… nos ha encontrado; iremos, pues, ahora, camino de tres días por el desierto, y ofreceremos sacrificios a .A. nuestro Señor (Shemot. 5: 3), fueron castigados por una plaga que los encarceló en sus hogares, lo que les impedía ir a ninguna parte. Los egipcios, que habían amargado la vida de sus esclavos más allá de lo imaginable, recibieron la plaga de la oscuridad.
La oscuridad representa la esclavitud, como vemos en Eijá (3: 1-2): “Yo soy el hombre que ha visto aflicción bajo el látigo de su enojo. Me guio y me llevó en tinieblas, y no en luz. Ciertamente contra mí volvió y revolvió su mano todo el día”, es decir, fue sometido como la esclavitud en Egipto (cf. Shemot 1: 11-12; 3: 7). Hay una “oscuridad sin alivio” (literalmente, “la oscuridad sin luz”).
Si la oscuridad en el pensamiento bíblico representa la esclavitud, la luz significa la libertad y la liberación. El mejor ejemplo bíblico de esta metáfora está en Isaías 9: 1: “ Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo”…, es decir, será liberado del yugo de los gentiles. La oscuridad que generaciones de hebreos sufrieron en Egipto se convirtió en luz brillante, e incluso antes de salir de Egipto, durante la plaga de la oscuridad, los israelitas experimentaron el dulce sabor de la libertad, porque “todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones.” (Shemot 10: 23).
Ahora es nuestra labor seguir manteniendo encendida esa luz. La gran luz de la libertad cuando tantos desean regresar al Universo a las tinieblas del infierno.


*Rav Yerahmiel Barylka. Sinagoga La Moraleja. Madrid.