Rab.Yerahmiel Barylka. |
Reflexiones del rabino Yerahmiel
Nos acercamos al fin de las lecturas del libro Bemidbar. En parashat Matot, estudiamos un nuevo concepto, el de los votos, -nedarim-.
Los nedarim son una
figura jurídica, de las varias, que se refiere a los compromisos que una
persona puede asumir frente a sí mismo. "Cuando un hombre haga un voto a
H', o bajo juramento haga un compromiso, no deberá faltar a su palabra sino que
cumplirá con todo lo prometido", leemos.
¿Qué hace una
persona que pronuncia un voto? – Crea su propia norma. Puede prohibirse
acciones, conductas y alimentos permitidos. Así como la Torá prohíbe ingerir
carne de puerco o consumir conjuntamente productos lácteos y de carne, una
persona puede vedarse comer frutas o beber agua. Con su palabra crea para él
mismo una nueva halajá.
Los sabios del
Talmud ya demostraron un sentir ambivalente a este tema. Rabí Eleazar Hakapar
creía que el asceta era un pecador, pese que Rabí Eleazar lo veía un santo.
Pero, la mayoría se inclinó contra los votos (Ver Taanit 11 a).
Ya el más sabio
entre los hombres había enseñado en Qohelet 5:5: "Vale más no hacer votos
que hacerlos y no cumplirlos. No permitas que tu boca te haga pecar, ni digas
luego ante el mensajero de D-os que lo hiciste sin querer. ¿Por qué ha de
enojarse D-os por lo que dices, y destruir el fruto de tu trabajo? Más bien,
entre tantos absurdos, pesadillas y palabrerías, muestra temor a D-os". El
Talmud Babilónico, en Nedarim 9 a, nos trae también la ambivalencia en la
discusión entre rabí Meir que opina que lo mejor es no hacer votos, y rabí
Iehudá que lo mejor es hacerlos y pagarlos. Pero, el Talmud de Jerusalén va más
lejos y nos enseña en Nedarim capítulo 9 halajá 1: "¿Acaso no te son
suficientes las prohibiciones de la Torá, que quieres sumarles otras? En
Nedarim 22 a del Babilónico nos encontramos con rabí Natán quien afirma que
"quien hace votos es como si construyere un altar pagano y quien los
cumple es como quien allí ofrenda".
Pareciera así que
la Torá no desea nuestros votos. Además, nos enseña en Devarim 30:19 que «Hoy
pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ti, de que te he dado a elegir
entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Elige, pues, la
vida, para que vivan tú y tus descendientes», no podía permitir que nadie
conspire contra sí mismo al grado que la elección no fuera vital. Por eso no
desea los votos. Pero, sabe que hay personas débiles, y por ello nos presenta
la figura de los nedarim y nos da la oportunidad de anularlos. Sin su
legislación muchas personas cometerían acciones más grave en su contra y no
encontrarían luego salida de ellas.
Quien empieza a
limitarse el goce de lo permitido, terminará violando lo prohibido.
Aquí es el momento
de volver a detenernos en algunos aspectos de la personalidad de Moshé, pero, a
partir de los sucesos que se precipitan cuando nuestro líder y maestro está a
punto de dejar a su pueblo. ¿Por qué aparece aquí el precepto de nedarim?
En Parashat Pinjas,
nuestra lectura de la semana pasada, las hijas de Tzlofjad solicitaron a Moshé
gozar de los mismos derechos hereditarios que los hijos varones. En su familia
no había hijos varones y sus bienes corrían el riesgo de ser perdidos.
Moshé no conoce la
halajá y se dirige a H' para obtener su fallo.
"Majlá, Noa,
Joglá, Milca y Tirtsá… eran hijas de Tzlofjad… Las cinco se acercaron a la
entrada de la Tienda de Reunión, para hablar con Moshé y con Eleazar el cohen,
y con los jefes de toda la comunidad. Les dijeron: «Nuestro padre murió sin
dejar hijos, pero no por haber participado en la rebelión de Koraj… Murió en el
desierto por su propio pecado. ¿Será borrado de su clan el nombre de nuestro
padre por el solo hecho de no haber dejado hijos varones? Nosotras somos sus
hijas. ¡Danos una heredad entre los parientes de nuestro padre!» Moshé le
presentó el caso de ellas a H', y H' le respondió: «Lo que piden las hijas de
Tzlofjad es algo justo, así que debes darles una propiedad entre los parientes
de su padre. Traspásales a ellas la heredad de su padre. »Además, diles a los
hijos de Israel: "Cuando un hombre muera sin dejar hijos, su heredad será
traspasada a su hija. Si no tiene hija, sus hermanos recibirán la herencia. Si
no tiene hermanos, se entregará la herencia a los hermanos de su padre. Si su
padre no tiene hermanos, se entregará la herencia al pariente más cercano de su
clan, para que tome posesión de ella. Éste será el procedimiento legal que
seguirán los israelitas, tal como yo se lo ordené a Moshé." » Y, enseguida
H' dice a Moshé:
« —Sube al monte Abarín y contempla desde allí la tierra que les he dado a los hijos de Israel. Después de que la hayas contemplado, partirás de este mundo para reunirte con tus antepasados, como tu hermano Aharón (Ver Bemidbar 27-28).
« —Sube al monte Abarín y contempla desde allí la tierra que les he dado a los hijos de Israel. Después de que la hayas contemplado, partirás de este mundo para reunirte con tus antepasados, como tu hermano Aharón (Ver Bemidbar 27-28).
No hay duda que
Moshé había recibido un innumerable número de preguntas durante los 40 pasados
años. Pero, ninguna fue registrada. ¿Acaso, es la primera vez que Moshé
consulta con H'? ¿Qué tiene de particular? Si lo que se deseaba era enseñarnos
esa halajá referida a los derechos de las mujeres, ¿por qué no se incluyó
directamente?
Como vimos, Moshé
se acercaba al final de su carrera como líder del pueblo judío y ya Iehoshúa,
fue elegido para su reemplazo. La sucesión en el liderato implicaba también la
búsqueda de un sistema para el desarrollo de las normas de la Halajá.
"Moshé entregó la Torá a Iehoshúa", pero no quiso que el pueblo lo vea
como la única fuente del conocimiento ni lo convierta en la gran enciclopedia
donde en una persona estén compiladas todas las respuestas a las preguntas del
pueblo judío.
La
"ignorancia" de Moshé acerca de esa norma logra que haya una mitzvá
que lleva el nombre de las hijas de Tzlofjad.
En ese tiempo del
fin del liderazgo de Moshé, un grupo formado por dos tribus y media, llegan a
la conclusión que prefieren otra tierra que la elegida por H' para el pueblo
judío. Prefieren el otro lado de Iardén. Pero, Moshé de pronto percibe que hay
un riesgo que una parte del pueblo llegue a abandonar a sus hermanos en la
lucha por la conquista y en la vida posterior y en forma egoísta se preocupe
únicamente por ella misma. Moshé, como buen líder percibe que esa decisión
tampoco puede ser tomada en forma autoritaria y sin consenso. Los disidentes
quedarían automáticamente fuera del pueblo si se les concede su pedido con esa
facilidad.
Parece que en la
otra punta del pueblo estaban aquellos que deseaban servir a H' más allá de lo pedido,
más que lo ordenado, al grado de parecerse a aquellos que hacen "ofrendas
en altares paganos".
Estos son los tres
momentos en los que Moshé percibe que la halajá como norma superior que debe
ser acatada por todos, puede salir de control. Aquí, porque unos quieren una
tierra especialmente buena para ellos, un poco más lejos porque hay quienes
incluso porque desean ser mejores, hacen votos que les circunscriben a nuevas
normas no concedidas ni necesitadas en la filosofía judía y acullá porque hay
aparentemente una laguna en la Ley que si no se responde con inspiración divina
podría dar lugar a conflictos infinitos o que algunos tomen la ley en sus manos
y legislen injusticias.
Llega el momento en
un cambio de roles también en la legislación tal como Iehoshúa hará también en
las cuestiones defensivas. Ese cambio debe ser muy claro y contundente para
evitar rupturas.
Sí, dice Moshé, el
judaísmo normativo es dinámico, tiene espacios para la creatividad, pero no es
tierra de nadie, ni es caótico ni desordenado. Nos permite encontrar un espacio
propio para el Servicio Divino. Pero, ello no significa que cada uno pueda
decidir su norma personal infinitamente, ni que nadie pueda decidir
desintegrarse para servir sus propios intereses sectoriales o personales, o que
la propiedad sea de quien la tome por la fuerza.
Moshé abandona al
pueblo. Pero, deja normas de continuidad jurídica escondidas en estos relatos.
Matot nos abre a
través de esta manera de ver los últimos días de Moshé, la posibilidad profunda
de no jugar con la palabra y con los votos y de no acomodar las normas según
nuestros antojos.
Shabat Shalom,
Rab. Yerahmiel
Barylka