Ethel Barylka
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Hace apenas unas semanas, leímos en Isaías 1:27 “Sión será redimida con equidad, y los de ella que vuelven, con justicia”. Y en Lamentaciones 2:9: “Sus puertas se han hundido en la mismísima tierra. Él ha destruido y hecho pedazos sus barras. El rey y los príncipes de ella están entre las naciones. No hay ley. Sus propios profetas, igualmente, no han hallado visión de parte del Eterno”. Viene este shabat la lectura de parashat Shoftim, y nos indica que no debemos desesperar ni desilusionarnos, sino que “justicia... la justicia debes seguir, para que te mantengas vivo y realmente tomes posesión de la tierra que el Eterno tu Di-os te da”. Deuteronomio 16:20. Cuando ya inició el mes de Elul, la lectura semanal determina los límites a la autoridad, a los jueces, policías, a Melajim y a profetas, y la lectura de los profetas, son parte del Consuelo que debe fortalecer a los judíos en el exilio y brindarle esperanza al corazón de los están en Israel.
Hay quienes ven en esta lectura un medio
para despertar a las personas para que lleven a cabo su balance
espiritual y se arrepientan para prepararse al día de juicio ya que cada
uno en su territorio es como un rey, un juez y un sheriff. Así nos dice
rabí Iojanán en nombre de rabí Iosi: “Más vale una sola reprimenda en
el corazón de un hombre que muchos latigazos” (Berajot 7 a),
significando que si una persona por si mismo se enmendara, ello es preferible a
que otro lo corrija, ya que “en el espacio donde se encuentra una
persona que se ha arrepentido, los sabios no llegan allí” (Talmud Sanedrín
99 a).
La expresión “eliminar lo que es malo de
en medio de ti” se convierte en un leit motiv en la lectura semanal.
Su objetivo parece ser lograr que una vez excluida la maldad, los
demás vean y oigan y se corrijan. Por ello no pareciera ser lógico
encubrir los delitos y las acciones negativas aduciendo el derecho individual a
la privacidad. “Eliminar lo que es malo de en medio de
ti” debe servir de fuerza de disuasión. Para ello, el valor de la
denuncia pública es fundamental, y quien actúa indebidamente debe quedar en
evidencia, sin que impor te su cargo, su función social, su estrato económico
ni su pertenencia política. Cuando se lucha por una sociedad más
justa, y se intenta erradicar la trata de mujeres, la comercialización de
las drogas, la explotación a los trabajadores extranjeros, debe
colocarse frente a la vista la orden “Debes establecer para ti jueces y
oficiales dentro de todas tus puertas que .A. tu Di-os te va a dar según tus
tribus, y tienen que juzgar al pueblo con juicio justo. No debes pervertir el
juicio. No debes ser parcial ni aceptar soborno, porque el soborno ciega
los ojos de los sabios y tuerce las palabras de los justos… y tienes que
eliminar de en medio de ti lo que es malo”. Estamos obligados a quitar de nuestro
medio, esos fenómenos que provocan la profanación del Nombre y
poner en marcha todos los recursos legales a nuestro alcance para castigar a
los culpables con todo el peso de la ley. No debemos temer ni avergonzarnos en
la denuncia de los culpables y de sus encubridores, para que no debamos
declarar después que “responder y decir: ‘nuestras manos no derramaron esta
sangre, ni la vieron [derramar] nuestros ojos”, cuando en esta declaración
estamos expresando públicamente que ese había sido nuestro deber. Después de todo, estos versículos del
fin de la lectura semanal, nos dan a entender que los líderes no estaban
libres de culpa aun cuando ellos no cometieron el crimen con sus propias
manos, ni fueron testigos del derramamiento de la sangre inocente. Esa es la manera en la que podremos
lograr se cumpla la profecía “Sión será redimida con equidad, y los de ella
que vuelven, con justicia”.