El mes de Elul cierra el año hebreo y seguidamente lo asociamos con la Teshuvá (arrepentimiento o retorno). En esta recta final nos esforzamos por inclinar la balanza con la vista puesta en Rosh Hashaná, literalmente, cabeza de año, día en el que todos nuestros actos son examinados. Una balanza que se representa por el signo del Zodiaco de Thisrei. Contamos 12 meses, como lo son las 12 tribus de Israel. Así, pues, la tribu de Dan, raíz hebrea del verbo juzgar, corresponde al mes de Tishrei.
Tres libros
se abren en Rosh Hashaná, según detallan nuestros sabios. Los piadosos son
inscritos en el Libro de la Vida, los malvados en libros de muerte y los
medianos quedan pendientes en la lista de espera hasta Yom Kipur.
Según señala Vidal Elgozy, “para no aterrizar de repente en Rosh Hashaná, sin previo examen de
conciencia, tenemos el mes de Elul, durante el cual nos preparamos para el
encuentro con el Creador. En este día debemos renovar el contrato de la vida.
Los preparativos para algo de tan primordial importancia han de ser minuciosos,
pues una pequeña contrariedad puede acarrear graves consecuencias”.
Con la
creación del hombre, el mundo alcanzó su cenit el viernes 1 de Tishrei. Este
mismo día Adam pecó, fue juzgado e hizo Teshuvá y fue perdonado.
Rosh Hashaná
es el día en el que el Creador fija quién vivirá y quién no; quiénes gozarán de
tranquilidad y bienestar y quiénes sufrirán; qué países disfrutarán de holgura
y quienes estarán escasos o deprimidos o sufrirán hambre o guerras. Todos los
acontecimientos que han de ocurrir durante el año se determinan en Rosh
Hashaná, lo cual le confiere a este día el carácter de solemnidad, temor y
respeto.
En Rosh
Hashaná, por otro lado, proclamamos el reinado de D-s en todo el mundo. Se toca
el shofar y se lee la parashat del Sacrificio de Isaac (La Akedá) y así se
recuerdan los méritos de Abraham Avinu (nuestro patriarca Abraham) y su total
sumisión a la voluntad del Rey del Universo.
Así pues, el
Pueblo Judío es sensible a la voz del Shofar, sólo él sabe reconciliarse con su
Creador al tocarlo.
El Shofar de
Rosh Hashaná nos recuerda el sonido que tal instrumento emitió en el monte
Sinai y nos refuerza el anhelo de merecer pronto oír el que anunciará la venida
del Redentor.
Rosh Hashaná
tiene lugar los dos primeros días del mes hebreo de Tishrei. En ningún lugar de
la Torá se hace alusión a que el comienzo de año sea a comienzos del séptimo
mes de nuestro calendario. Esta solemne festividad se la define en el Tanaj
como Yom Teruá (Día del Toque del Sofar) o Zicarón Teruá (Recordación del Toque
del Sofar). También Rosh Hashaná se le identifica en la liturgia como Yom
Zikarón (Día del Recuerdo) y Yom Hadín (Día del Juicio).
El concepto
de Año Nuevo, tal como lo conocemos actualmente, aparece sólo en la Mishná que
indica: “El primero de Tishrei comienza el año calendario”. (Rosh Hashaná 1:1).
Najman Isaac
señala (Rosh Hashaná 8ª, pasim): “Se refiere al Juicio Divino, como está
escrito: Los ojos de HaShem, tu D-s, están siempre sobre ellas (Eretz Israel);
desde el principio del año hasta el fin de año” (Devarim 11:12). Este
comentario implica, en cierta medida, que desde el principio del año se dicta
la sentencia de lo que ha de acontecer a su término.
Esta es la
esencia fundamental del Año Nuevo Judío. No constituye una ocasión para los
excesos y el júbilo incontrolado. Ingresamos en un período de reflexión, de
examen o evaluación personal y también de remembranza. El toque del sofar
constituye el símbolo fundamental de esta solemnidad durante la recitación de
Musaf. El sofar se asemeja a una alarma que convoca a la reflexión del piadoso
y a la conciencia adormecida del hombre desinteresado o despreocupado.
Días del
retorno o Aséret Iemé Teshuvá
Diez días de
retorno o penitencia median entre Rosh Hashaná y Yom Kipur. Estos días
transcurren en un ambiente de creciente devoción en los que revisamos nuestras
acciones materiales y espirituales y nuestra conducta del año vivido. Se le
otorga al ser humano la oportunidad del perdón y la expiación. Nos purificamos
y elevamos espiritualmente mediante el pensamiento noble y la acción valerosa.
Leyes y
costumbres
Las leyes y
costumbres que rigen la observancia de la festividad comprenden el remojado del
pan empleado para la bendición hamotzi después
del kidush en miel en vez de sal y también trozos de manzana en miel, lo que
simboliza la esperanza judía de que el año será dulce; se utilizan hogazas de
pan redonda en la mesa en vez de la jalá plana, se comen la cabeza de pescado y
zanahorias, símbolos de liderazgo y fertilidad; se evitan las nueces, dado que
en hebreo (egoz) nuez equivale al término hebreo de la Mishná jet (pecado) en
gematría; y se arrojan los pecados al mar, lago o a un río mediante la
ceremonia del tashli, la primera tarde de Rosh Hashaná o en la segunda si el
primer día cae en Shabat.