Rashí y los grandes comentaristas coinciden que, cuando se le ordenó a nuestro patriarca Abraham que se vaya de su tierra, sería para su propio bien.
¿Qué tiene de bueno tener que arrancarse de raíz de su país y deambular continuamente? Una de las respuestas a esa pregunta es que Abraham fue el ejemplo más excelso de la mitzvá de hajnasat orjim, -recibir a las visitas-, atendiendo maravillosamente a sus huéspedes.
En la tienda de Abraham cada alma caminante
encontró descanso para su cuerpo y alimentos, también para su alma.
Sin embargo, hasta que se le ordenó dejar su
tierra natal, Abraham era un miembro de la nobleza de su ciudad. Nunca había
experimentado la angustia de ser un vagabundo. Ahora condenado a una existencia
desarraigada, él sabría, no sólo a través del poder de la imaginación, sino a
través de la mejor escuela, la de la experiencia, lo que significa estar sin
refugio y alimento. De esta manera, la mitzvá que cumplió con tanto ahínco, le
sirvió para mejorar la misión de su vida. Serviría a la gente, atendiéndolos
también con su corazón. Es por eso que se le dijo que fuera “lej lejá”; para su
propio beneficio.
Mirando hacia atrás en el camino de la vida
podemos encontrar, que, como Abraham, todos tenemos grandes almacenes de tesoros
sin explorar, enterrados en cajas etiquetadas bajo el nombre “dificultades” y “fracasos”.
Esas experiencias se convierten en el Servicio Divino en el momento que
elijamos.
Todos hemos conocido a personas que después
de haber fracasado en su vida personal, familiar o pública, o tuvieron a un ser
que sufrió de ellos, puede levantarse del polvo “mekimi meafar dal”, y lograr
las máximas alturas. “¿Quién como nuestro D-s que, posado en las alturas, baja
su mirada para contemplar cielos y tierra? Del polvo levanta al humilde y del
cenagal al desvalido, para ubicarlos junto a los majestuosos magnates de su
pueblo”- decimos en Tehilim 113.
Abraham nos enseña que podemos amar al
Creador cuando somos conscientes que las vallas no nos detendrán. El patriarca
nos invita a utilizar la sabiduría total de nuestras experiencias, ser
exigentes y llegar a la meta con todas nuestras fuerzas, también si hemos perdido
posiciones de nobleza y nos encontramos con dificultades.
Rav Yerhammiel Barylka. Sinagoga Rambam. Madrid.
Rav Yerhammiel Barylka. Sinagoga Rambam. Madrid.