Lectura de la Torá para Shabat 19 de Siván de 5776
Shabat, 25 de junio de 2016
Parashat Beha’alotjá
Bamidbar 8:1-12:16
Haftará: Zacarías 2:14-4:7
La parashat de esta semana Beha’alotjá comienza con el versículo “Háblale a Aharón y diles”. Inmediatamente después de que los príncipes de las 12 tribus de Israel acabaron de presentar sus ofrendas en la inauguración del Santuario, D-s le dice a Moshé que invite a Aharón a encender la menorá o candelabro de siete brazos. Nuestros exégetas y comentaristas intentaron comprender por qué este mandamiento aparece inmediatamente después de la enumeración de los sacrificios presentados por las doce tribus con motivo del estreno del Tabernáculo. El Midrash responde que, dado que la tribu de Leví (a la que pertenecía Aharón) no participó en de las mismas, Aharón se sintió mal y entonces D-s le dice que “Tu gloria es mayor que la de ellos, ya que tú encenderás el candelabro. Es decir, Aharón había sentido envidia y D-s le consuela con un precepto.
Beha’alotjá incluye otro episodio protagonizados por Miriam y
Aharón, hermanos de Moshé, que sienten envidia de éste último por su condición
de líder del pueblo, D-s les reprende y castiga de Miriam con la lepra, que
recupera su salud tras el ruego de Moshé.
De la lectura del texto, se desprende la existencia de dos
tipos de envidia, la relativa al celo, dolor o enojo que provoca lo que el otro
posee, como su poder y estatus, y se le considera reprobable, como es el caso
aplicable a la conducta de Miriam; y aquella como la protagonizada por Aharón
consistente fijarse en lo que el otro hace, sus ideas, iniciativas y méritos,
por lo que no conduce al castigo, sino a una nueva mitzvá.
El prendido de las luminarias del candelabro fue lo primero
que se hizo tras la inauguración del Santuario.
El Zohar establece un
paralelismo entre la creación del Universo y la edificación del Tabernáculo, ya
que en ambos casos la luz es lo primero que creó D-s.
En esta parashat se explica la reglamentación aparejada al
diseño, construcción y disposición de la menorá, y el lugar que debía ocupar en
el Santuario y quiénes de encargaban de su mantenimiento. Asimismo, aborda los
episodios en que distintas personas sienten envidia.
La envidia es un sentimiento profundamente humano y resulta
difícilmente evitable, aunque debemos esforzarnos por superarlo, practicando el
bien.