En relación con la lectura de la parashat de esta semana Noaj (Bereshit 6-9-11:32), volvemos a referirnos a la situación de indigencia que azotaba a la humanidad y en la que la miseria hacía estragos entre los hombres antes del nacimiento de Noaj. En aquella época la mortandad infantil era muy elevada, pocos lograban sobrevivir. Noaj modificó radicalmente el panorama con su ciencia y sabiduría: la humanidad comenzó a proliferar, a explotar los recursos naturales y la riqueza se acumulaba en manos de unos pocos en detrimento de la mayoría, dando lugar a la división de la sociedad entre ricos y pobres, entre señores y plebeyos.
Los señores eran los amos indiscutibles; la plebe, o sea los hijos del
hombre-ya que los primeros se creían descendientes de dioses-carecían de todo
derecho. Ellos junto con sus mujeres pasaron a ser propiedad de los señores,
tal como escribe el Rav Shelomó Yabra.
“La excesiva abundancia-agrega-y riqueza acumulada en un sector minoritario,
exento de valores éticos y morales, degeneró en el vicio y la corrupción que
luego también se extendió a las clases inferiores, dando como resultado la
situación descrita con tanto realismo en la Torá”.
Noaj contaba 600 años cuando aconteció el diluvio en la tierra. Toda una vida
de sacrificios e ilusiones se derrumbó para él, el tiempo hizo trizas su fe en
su ciencia, que había puesto tan abnegadamente al servicio de la humanidad, en
su fe en el hombre, de sus ideales y predicados con amor y bondad.
“…Y quedó únicamente Noaj, el pastor quedó sin su rebaño…” (Bereshit 7:23).
Estas breves, pero trágicas palabras resumían la gran tragedia de un adalid de
la humanidad. Tal como explica el Rabino Yabra, “la soledad fue el resultado de
noches de desvelos e insomnio y de días de infatigable labor por el bien del
género humano”.
En este caso, a modo de conclusión, y en consonancia con lo expresado por el
Rab. Shelomó Yabra, hemos de aprovechar la experiencia de Noaj, de suerte que
podremos comprobar que todavía hay esperanza en este mundo. Hemos de actuar
como Noaj al salir del arca. Que el cumplimiento de nuestros deberes en la sociedad
o en los puestos que desempeñemos en nuestra vida social, laboral, familiar y
personal sea como el sacrificio brindado en su momento por Noaj ante el Eterno.
Que nuestras acciones, conocimientos e ingenio sean nuestra contribución a un
mundo más justo y bondadoso.
En perspectiva cabalística
El Zohar explica que Noaj tenía miedo de que
si oraba por su generación, él mismo no estaría a salvo. ¿Cómo podemos entender
esto? Para ello tenemos que hallar la naturaleza de la tefilá. Para implorar
por alguien, tienes que entenderlo; te tienes que identificar con sus luchas,
sus miedos, su historia, su persona. Noaj tenía miedo que su oración le
acercaría a su generación y tal vez se vería influenciado por su mala conducta.
Por el contrario, Abraham entendió a la gente de Sedom, dándose cuenta de lo que
hacían. Pero no tuvo ambages de orar por ellos.
Curiosamente, el Zohar relata que Noaj al
salir del arca, inspeccionó la destrucción a su alrededor, llorando: “Dios, ¿es
ésta tu misericordia?”. Dios entonces reprendió a Noaj: “Durante 120 años [el
tiempo que se tardó en construir el arca] esperé por sus oraciones...”
Este Zohar acentúa la tragedia de Noaj que
tenía el potencial para salvar a su generación, ya que era uno de ellos. Sin
embargo, en lugar de ser pro-activo, simplemente renunció a ampararlos. El
Talmud (Sanedrín 108a) describe el origen de su maldad: “se convirtieron en
vanidosos y pretenciosos como resultado de la bondad que Dios les otorgó”. “Su
alta calidad de vida, les hizo rechazar a Dios”, “Dicen, pues, a Dios: apártate
de nosotros, Porque no queremos el conocimiento de tus caminos. ¿Quién es el
Todopoderoso, para que le sirvamos? ¿Y de qué nos aprovechará que oremos a él?
(Job 21: 14-15)”.
El midrash, además, comenta sobre el estilo
de vida de su generación. Su tecnología fue avanzada hasta tal punto, que el
midrash relata, que rara vez tenían que trabajar.
El usufructo del tiempo libre
Rabí Tzadok Hacohen Rabinowitz de Lublin
(Kreisburg, 1823 - Lublin, Polonia, 1900) escribe que los miembros de la
generación de Noaj disfrutaban de demasiado tiempo libre. ¿Qué podría Noaj
lograr en una cultura de este tipo con una gran cantidad de tiempo libre, pero
en la que no había aspiraciones espirituales? Quizás Noaj razonaba, “No puedo
llegar a la gente en un mundo así. Dios mismo tiene que cambiar la naturaleza
del mundo y no yo.”
Si rabí Tzadok viviera hoy, podría hacer una
declaración similar acerca de nuestra propia cultura. Oramos para gozar del
tiempo libre, así podremos estudiar Torá. Pero ¿qué pasa con los que aún no
están familiarizados con la Torá, o los que rechazan la Torá? ¿Cómo utilizan su
tiempo libre? Cada uno tiene su propia respuesta…
Noaj se incomunicó a sí mismo de su
generación, y se encontró aislado en el arca. Triste suerte que él mismo se
creó.