Y habló D-s a Moshé y le dijo: “Yo soy el Eterno y Yo aparecí a Abraham, a Isaac y Jacob como El Shadday (D-s Todopoderoso), pero con mi nombre, Eterno, no me di a conocer a ellos. Y también establecí con ellos mi pacto, para darles la tierra de Canaan, la tierra de sus peregrinaciones, donde habían morado como extranjeros. Y también oí el gemido de los hijos de Israel, a quienes los egipcios tienen en servidumbre, y recordaré mi pacto. Por tanto, di a los hijos de Israel: -Yo soy el Eterno y os sacaré de debajo de las cargas de los egipcios y os liberaré de la servidumbre de ellos y os redimiré con brazo extendido y con juicios grandes-…”-.
La parashat Vaerá, que
leemos esta semana, nos cuenta acerca de la esclavitud del pueblo de Israel en
Egipto, enuncia las promesas que hizo D-s a los Patriarcas Abraham, Isaac y
Jacob, y el anuncio de la liberación del cautiverio y retorno a Eretz Israel.
La esclavitud de Am Israel
en Egipto fue la realización de la
visión de Abraham Avinu (Bereshit, 15, 13). Pero esa circunstancia no
justificaba la conducta de los egipcios ni los sufrimientos que causaron a los
hijos de Israel. De cualquier manera que actúe el ser humano, la voluntad de
D-s se cumplirá, según indican los comentaristas o exégetas, pero no por eso
deja el hombre de ser libre. En este sentido, se explica que “existe un destino
en general, y al mismo tiempo la libertad moral total. José debía ir a Egipto,
pero sus hermanos eran libres de venderlo o no a los ismaelitas, pues D-s no
priva al hombre su capacidad de de decisión. El libre albedrío existe, y con él
la Providencia. Esta idea se expresa con suma claridad en el Tratado de Moral
Judaica: -Todo está previsto, pero a las personas se les da libertad de
elección entre el bien y el mal (Avot 3-15). La Torá dice este respecto que
“llamo hoy a los cielos y a la tierra por testigo de que he puesto ante ti la
vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escogerás pues la vida para que
vivas tú y tu descendencia, amando al Eterno, tu D-s, obedeciendo a su voz, y
apegándote a Él, pues esto es tu vida (Devarim, 30, 19-20).
En esta parashat también
se narra el episodio de las diez plagas que asolaron Egipto ante la insistencia
del Faraón de no dejar salir al pueblo
de Israel, como reiteradas veces pidió Moshé.
De acuerdo al Midrash cada plaga correspondió al
castigo por el trato dado por los egipcios a los israelitas. El Talmud señala
que la ley divina (la persona recibe el
castigo y la recompensa de lo qué hace) imperará siempre en el mundo. Estos
acontecimientos son, veces, visibles y
comprobados por los hombres; otras veces quedan ocultos. Pero no debemos dudar
de la Justicia de D-s, aún cuando las cosas parezcan irrazonables e incomprensibles.