Pésaj es por excelencia la fiesta de la libertad del pueblo de Israel en la que, entre otras cosas, se recuerda y conmemora la salida de Egipto, y se la define como Jag Haaviv y Jag Hamazot, su terminología más específica, la festividad de los panes ácimos. Es la primera de las tres festividades de peregrinación del calendario hebreo, es decir Shalosh Regalim, Jag HaPesaj, Jag Shavuot y Jag Sukot. Por el consumo del pan ázimo se le distinguen del resto de las celebraciones de peregrinaje y es recordada por niños y adultos en el séder de Pesaj que en la diáspora tiene lugar durante las dos primeras noches, y en Israel en la primera solamente. Este año, la festividad comienza con la recepción de Shabat, es decir, este viernes, 30 de marzo, y concluye tras la salida de Shabat, el 7 de abril.
Durante
el Séder de Pésaj ingerimos las matzot al menos tres veces, al comienzo de la
comida tras la bendición del pan o hamotzi, al efectuar el corej-el emparedado
de maror-las hierbas amargas, y después de la comida, el Afikomán. Las matzot
ocupan un lugar destacado en la keará o bandeja en la que colocamos los
alimentos que representan los elementos concretos de la festividad. Son los
invitados centrales del Séder.
Se
especifican dos razones por la que comemos matzá en Pésaj. Abraham Ibn Esra
indica que el pan ácimo era la comida que los egipcios servían a sus siervos
para saciar su hambre con el alimento barato que les hacía sentir llenos y que
incluso él, cuando estuvo prisionero en la India, fue alimentado con este tipo
de pan. Por esa razón, la norma de comer matzá fue dictada quince días antes
del Éxodo. Ese es el pan de la pobreza. El que consumen de una u otra manera
los menesterosos en todos los tiempos. La segunda razón se atribuye a lo que
dice el versículo, “pues al ser echados de Egipto no pudieron tomar víveres ni
provisiones para el camino-habían salido con prisa y apuro y no podían esperar
a que el pan leude. Así enseña Rabán Gamliel cuando indica que recodar la
ofrenda de Pésaj, el pan ácimo y las hierbas amargas, y explica el por qué de
la obligación de comer matzá: porque la masa de nuestros padres no alcanzó a
fermentar, como está escrito (Shemot 12:29)”.