Parashat Shelaj LejaShabat, 23 Siván 5773Bamidbar 13:1-15:41Haftará: Josué 2:1-24Mebarjin Hajodesh
La parashat
de esta semana nos relata el triste episodio de los espías que envió Moshé
Rabenu para ver la Tierra de Israel y éstos a su regreso hablaron mal del país
lo que dio lugar al desánimo y temor del pueblo, hasta el extremo que éste se rebeló
contra su líder y pidió regresar a Egipto. Más triste fue el castigo ordenado
por D-s: “Todas las personas mayores de 20 años deberán morir en el desierto, y
sólo la generación posterior podrá disfrutar de la Tierra Prometida que sus
mayores habían despreciado”.
Según
escribe el rabí Abraham Serruya, “el Midrash aclara que la muerte de esta
generación fue paulatina, cada año, al llegar Tisha Beav (9 de Av, fecha en el
que ocurrió el episodio), se ordenaba a cada adulto a que cavase su tumba y se
acostara en ella. Al día siguiente los que se despertaban con vida verificaban
que 15.000 habían quedado en sus lugares, así que en 40 años se llegaría al
total de los 600.000 que habían salido de Egipto”.
Sin embargo,
de acuerdo al relato del Midrash, señala que el último año los 15.000
sobrevivientes cavaron sus tumbas el 9 de Av, pero al día siguiente verificaron
atónitos que estaban todos vivos. Creyeron haberse equivocado de fecha,
volvieron a hacer lo mismo a la noche siguiente y así sucesivamente hasta el
día 15, cuando vieron la luna llena, toda duda se disipó y comprendieron que
ellos habían sido perdonados. Desde entonces, 15 de Av es festivo.
Las
preguntas que se plantean son qué hicieron éstos últimos para ser perdonados
que los demás no hayan hecho y en qué fue más poderosa su teshuvá o retorno.
De acuerdo a
la respuesta de nuestros sabios, de bendita memoria, todos los años al saber
que no era segura la muerte, cada uno creía que él no estaría entre los 15.000 seguramente le
tocaría el turno a alguien peor y él viviría un año más. Con esta filosofía,
según agrega el rabí Serruya, se descuidaron de hacer teshuvá. Pero los últimos
sabían que su salvación dependía de ellos mismos, no había otra salida. Durante
todo el año se dedicaron a purificar sus almas y lograron entrar en Eretz
Israel.
En
definitiva, aprendemos que la fuerza de la teshuvá puede anular el peor de los
decretos, basta que el iehudí tenga la fuerza de voluntad necesaria para
hacerla, como se señala en el Pirke Avot: “Si no hará por mí, ¿quién lo hará?
¿Y si no es ahora cuándo será?.