Reflexiones del rabino Yerahmiel*
El relato de la rebelión de Koraj, una alianza non sancta de individuos y grupos que no veían con buenos ojos la conducción de Moshé, nos permite no sólo comprender los impulsos de la confabulación, sino profundizar en nuevas aristas de la personalidad del líder, -discutido también en este caso- del pueblo: Nuestro maestro Moshé.
Rab.Yerahmiel Barylka.
Koraj, miembro de la tribu de Leví, estaba enojado por
no haber recibido un papel más prominente. Otros estaban encrespados porque sus
propias tribus de origen habían sido desplazadas. Reubén había sido el
primogénito de Iaacov, y algunos de sus descendientes sentían que debieron
haber tenido preeminencia. El conflicto de Koraj que habla de ambición
frustrada y de pequeños celos - que los sabios calificaron en un lenguaje
realmente educativo "una discusión que no fue llevada a cabo con
motivaciones celestiales". (Ver Mishná Avot Capítulo 5 Mishná 17), para
diferenciarla de los conflictos ideológicos desprovistos de intereses
personales.
Nos detendremos en la reacción de Moshé quien dijo:
-"En esto conocerán que .A. me ha
enviado para que haga todas estas cosas, y que no las hice por mi propia
voluntad: Si éstos mueren como mueren todos los hombres, o si les acontece sólo
la misma suerte de todos los hombres, entonces .A. no me ha enviado. Pero si .A. hace algo nuevo y la tierra abre su boca y se
los traga, junto con todo lo que les pertenece, y descienden vivos al Sheol,
entonces conocerán que estos hombres han menospreciado a .A." (Bemidbar
16:28-30). Moshé utiliza la fuerza que tenía en otras esferas para eliminar la
oposición. Ello en contraste a la generosidad de espíritu que demostró cuando
Iehoshúa le informa que Eldad y Medad estaban profetizando en el campo lejos de
Moshé y de las setenta ancianos. "Sobre ellos también se posó el Espíritu.
Ellos estaban entre los que habían sido inscritos pero que no habían ido al
tabernáculo, y comenzaron a profetizar en el campamento"… Luego intervino
Iehoshúa…, y dijo: -¡Señor mío, Moshé, impídeselo!" Y allí Moshé en una
frase majestuosa le respondió: -"¿Tienes tú celos por mí? ¡Ojalá que todos
fuesen profetas en el pueblo de .A., y que .A.
pusiese su Espíritu sobre ellos!"(11: 26-30)
¿Cuál era la diferencia entre las acciones de Eldad y
Medad y las de Koraj y sus confabulados? ¿Qué provoca la dispar reacción de
Moshé, antes quienes en definitiva conspiran contra él? ¿Por qué el primero,
fue un sentimiento legítimo, pero no el segundo?
Encontramos un atisbo de respuesta en el Otzar
Hamidrashim (Eizenstein) 265: "Dice Rabí Nejemia: que "las palabras
de la Torá pueden ser pobres en un lugar, pero suculentas en otros"
basándose en Mishlé 31, "es como un barco mercante, de lejos trae el
pan". Si intentamos entender un versículo que aparentemente se contradice
con otro o que nos parece insuficiente, encontraremos en otro lugar de la Torá,
la solución. Tal como se expresa en la última regla de hermenéutica, de las
trece de rabí Ishmael, (en Sifra Beraitá de Rabí Ishmael 1 Capítulo 1), que
sirven para llevar a cabo la exégesis bíblica: "donde hay dos versículos
que se contradicen, el significado se encuentra en un tercero que los armoniza
y decide entre ellos."
Moshé pide a .A.
para elegir al siguiente líder del pueblo. "Luego .A. dijo a Moshé: -Toma a Iehoshúa hijo de Nun,
hombre en el cual hay espíritu, y pon tu mano [vesamajta et yadeja] sobre él.
Harás que se ponga de pie delante del sacerdote Eleazar y delante de toda la
congregación, y le comisionarás en presencia de ellos. Pondrás de tu esplendor
sobre él, para que toda la congregación de los hijos de Israel le
obedezca" (Bemidbar 27:18-20).
.A. ordena a
Moshé que realice dos actos para la presentación de Iehoshúa. Primero él debe
"poner su mano" en Iehoshúa y después darle "algo de su
esplendor." ¿Cuál es el significado de estos dos gestos? ¿Cómo se
diferencian el uno del otro? El Midrash nos dice: "Apoyarás tu mano en
él" - como quien enciende una vela del fuego de otra, "le darás algo
de tu esplendor" – como vertiendo (líquidos) de un recipiente a otro"
(Bemidbar Raba (Vilna) 21:15).
La interpretación que nos da el midrash al versículo
nos permitirá ahora descifrar el enigma.
Aprendemos aquí las dimensiones y los estilos en la
conducción de un pueblo y del liderazgo. Hay un modelo de gobierno autoritario
que conduce todo por la fuerza, hay otra manera, que conduce por persuasión,
educación e influencia. A menudo confundimos los dos. Después de todo, los que
tienen fuerza tienen influencia, y los que tienen ascendiente gozan de cierta
clase de poder. Sin embargo, los dos modelos no sólo son absolutamente
diferentes, sino que son contrarios entre sí. De la fuerza nada queda después
de haber sido usada, excepto resentimiento y división La influencia es
multiplicadora. Que más usamos la fuerza, nos da menos autoridad. Cuando
persuadimos, influenciamos, brindamos conocimiento, nos inspiramos, logramos
más, tenemos más.
La diferencia es tan abismal, que la Torá asigna dos
papeles distintos al rey y al profeta. Los reyes podrían imponer impuestos,
reclutar a gente para servir en el ejército, y decidir cuándo y contra quién se
debe emprender la guerra. Podrían, incluso, imponer castigos para preservar el
orden social. Los profetas, por el contrario, no tenían ninguna fuerza formal
ni informal. No comandan a ningún ejército. No tienen otro poder que hablar con
la palabra de .A., pero no tenían ningún medio de hacerla cumplir. ¡Todo lo que
tenían era ascendiente e influencia! Recordemos la lucha de Eliahu contra la
corrupción, la llamada de Amós a la justicia social, la visión de Yeshayahu
sobre el final de los días, que hasta hoy nos brindan inspiración. ¿Quién, se
conmueve hoy por las vidas de Ajab, Yehoshafat o Yehu, que fueron reyes tan
poderosos? Cuando un emperador muere, termina su poder. Pero, cuando muere un
profeta, recién en ese momento comienza su influencia. Moshé ocupó los dos
papeles de la dirección: fue mandatario y profeta. En una mano, tenía la fuerza
y era el equivalente funcional de un rey y condujo al pueblo fuera de Egipto,
le ordenó en la batalla, designó los líderes y jueces y dirigió la conducta de
la gente. Pero Moshé era también un profeta, el más grande y más importante de
todos. Era un hombre de visión. Él oyó y habló la palabra de .A. Su influencia
es incalculable. Convirtió a gente dispersa, esclavizada y perseguida, en una
nación que sobrevivió en el exilio a países mucho más poderosos durante siglos.
Cuando Moshé nombra a Iehoshúa le da autoridad como
profeta. La misma frase usada por la Torá - vesamajta et yadeja, ‘pon tu mano'
en él - pasa el fuego de las manos del Maestro al discípulo. En segundo lugar,
le da también la fuerza del esplendor que quizás debamos traducir como
majestad. La naturaleza de este papel como el jefe de estado y comandante del
ejército se hace absolutamente clara en el texto. .A. dice a Moshé: "dale algo de tu esplendor
de modo que la comunidad lo obedezca. . . Bajo su mando, el pueblo saldrá a
luchar, y bajo mando regresarán." Ese es el lenguaje de la fuerza. El
significado del midrash, es ahora claro, elegante y exacto. La transferencia de
la influencia ("posa tu mano en él") es "como la iluminación de
una luz que se enciende de otra." Cuando tomamos una vela para hacer arder
otra, la luz de la primera no disminuye. Cuando compartimos nuestra influencia
con otros, no perdemos nada de la misma, tenemos más que antes. La suma total
de la luz aumenta. La fuerza, sin embargo, es diferente. Es como "verter
líquido de un recipiente a otro." Cuanto más vertemos en el segundo, menos
queda en el primero. La fuerza disminuye con su uso.
Cuando Iehoshúa temió que Eldad y Medad amenazaran la
autoridad de Moshé, éste contestó que todo el pueblo estaba formado por
profetas. El joven Iehoshúa había confundido influencia con fuerza. Eldad y
Medad ni buscaron ni ganaron fuerza. En total, por un rato, gozaron de una
parte del "espíritu profético" que estaba en Moshé. Participaron en
su influencia. Nunca amenazaron a la autoridad profética. Por el contrario,
cuando se comparte más extensamente, es más fuerte. La fuerza, sin embargo, es
lo que buscaron Koraj y sus seguidores - y en ese caso la rivalidad amenaza a la
autoridad. "Hay un líder para una generación," dijeron los sabios,
"no dos." Sin el monopolio del uso legítimo de la fuerza coactiva, no
hay gobierno. La petición de Moshé que Koraj y sus seguidores sean tragados por
la tierra no fue por cólera ni miedo. Ni fue motivada por ninguna consideración
personal. La profecía puede ser compartida, pero no el poder. Si hay dos o más
fuentes competentes del poder dentro en un dominio, no hay rumbo. De la
rebelión de Koraj contra Moshé debía emerger un sólo vencedor; ambos no podían
ganar. Las profecías de otros, que es muestra de la libertad de la palabra no
causan conflicto, se pueden compartir sin pérdida o se puede disentir con
ellas. Los que las comparten con otros, agregan a la abundancia espiritual de
una comunidad sin perder ninguno de sus atributos.
Respecto a Koraj, Moshé ejerce la fuerza ya que no
tenía más remedio, pero, la deja en manos de .A., en cuanto a los profetas en
su campamento, los tolera, casi los festeja. En ambos casos hizo lo que debía.
Shabat Shalom,
Rab.
Yerahmiel Barylka.