jueves, 8 de junio de 2017

El paralelismo entre la Creación del Universo y la construcción del Mishkán

La parashat de esta semana Beha’alotjá (Bamidbar 8:1-12:16) comienza con el versículo “Háblale a Aharón y diles”. Inmediatamente después de que los príncipes de las 12 tribus de Israel acabaron de presentar sus ofrendas en la inauguración del Santuario, D-s le dice a Moshé que invite a Aharón a encender la menorá o candelabro de siete brazos. 

Nuestros exégetas y comentaristas intentaron comprender por qué este mandamiento aparece inmediatamente después de la enumeración de los sacrificios presentados por las doce tribus con motivo del estreno del Tabernáculo. El Midrash responde que, dado que la tribu de Leví (a la que pertenecía Aharón) no participó en de las mismas, Aharón se sintió mal y entonces D-s le dice que “Tu gloria es mayor que la de ellos, ya que tú encenderás el candelabro. Es decir, Aharón había sentido envidia y D-s le consuela con un precepto.

Beha’alotja incluye otro episodio protagonizados por Miriam y Aharón, hermanos de Moshé, que sienten envidia de éste último por su condición de líder del pueblo, D-s les reprende y castiga de Miriam con la lepra, que recupera su salud tras el ruego de Moshé.
De la lectura del texto, se desprende la existencia de dos tipos de envidia, la relativa al celo, dolor o enojo que provoca lo que el otro posee, como su poder y estatus, y se le considera reprobable, como es el caso aplicable a la conducta de Miriam; y aquella como la protagonizada por Aharón consistente fijarse en lo que el otro hace, sus ideas, iniciativas y méritos, por lo que no conduce al castigo, sino a una nueva mitzvá.
El prendido de las luminarias del candelabro fue lo primero que se hizo tras la inauguración del Santuario. El Zohar establece un paralelismo entre la creación del Universo y la edificación del Tabernáculo, ya que en ambos casos la luz es lo primero que creó D-s.
En esta parashat se explica la reglamentación aparejada al diseño, construcción y disposición de la menorá, y el lugar que debía ocupar en el Santuario y quiénes de encargaban de su mantenimiento. Asimismo, aborda los episodios en que distintas personas sienten envidia.
La envidia es un sentimiento profundamente humano y resulta difícilmente evitable, aunque debemos esforzarnos por superarlo, practicando el bien.