jueves, 6 de noviembre de 2014

El valor del precepto de la hospitalidad

Rav Yerahmiel Barylka.

Reflexiones del Rav Yarahmiel*


La Mishná nos enseña que Hajnasat la Orjim, hospitalidad, es una de las prescripciones cuyo cumplimiento es de mérito incalculable. Abraham da generosa acogida a los tres forasteros a sólo 3 días después de su circuncisión. 


Su hospitalidad fue genuina y pro-activa. Abraham estaba sentado en la entrada de su tienda a la espera de huéspedes, corrió a su encuentro, y se apresuró a pedir se les prepare un banquete. No se limitó a darles la bienvenida, hizo que se sientan bienvenidos. El detalle con el que se describe esta mitzvá (a diferencia de la mayoría de las descripciones de la Torá de las buenas obras de Abraham) eleva este acto por encima de muchas otras mitzvot. El texto sugiere que Abraham interrumpió su conversación con .A. para atender a sus visitas, lo que indica que Hajnasat Orjim es más importante aún que experimentar la Presencia Divina. Leamos lo que dicen los psukim: “.A. se le apareció entre los árboles grandes de Mamré, mientras él estaba sentado a la entrada de su tienda como al calor del día. Cuando él alzó los ojos, entonces miró y allí estaban tres hombres de pie a alguna distancia de él. Cuando alcanzó a verlos, echó a correr a su encuentro desde la entrada de la tienda y procedió a inclinarse a tierra. Entonces dijo: “Ah, .A. si he hallado favor a tus ojos, sírvete no pasar de largo a tu siervo. Que se traiga un poco de agua, por favor, y se les tiene que lavar los pies. Entonces recuéstense debajo del árbol. Y permítaseme traer un pedazo de pan, y refresquen sus corazones…”.
¿Por qué esta importancia? El mandato bíblico es dar la bienvenida al extranjero porque fuimos extraños en la tierra de Egipto, pero debemos recibir con honor a nuestros huéspedes para reconocer el aspecto divino de cada individuo. Acoger con satisfacción los huéspedes en nuestros hogares nos obliga a tomar el tiempo para romper las barreras con los seres humanos y construir con ellos nuestra comunidad. Y mediante la realización de esta mitzvá a nivel local y familiar, tal vez aprendamos a aceptar e incluir los que consideramos “extranjeros” en la sociedad en general.

Cuando estamos construyendo juntos una colectividad a partir de nuestra sinagoga, a veces nos sentimos tentados a excluir a los recién llegados, o somos demasiado tímidos o estamos ocupados para incorporarlos plenamente. Las personas con funciones en la sinagoga pueden ser un poco intimidantes para los extraños, a no ser que se haga un esfuerzo consciente para hacer que se sientan bienvenidos, anticipar y atender a todas sus necesidades. Debemos imitar a Abraham para dar la bienvenida a todos los huéspedes en nuestra congregación, con el corazón. Así lo hacemos, y cada día debemos mejorar aún más nuestra receptividad para integrar a todos quienes concurren por primera vez.
Shabat Shalom.


*Rav Yerahmiel Barylka.
Sinagoga Rambam de Madrid.