Rav Yerahmiel Barylka
Cuando nos abordan sueños
sugerentes, tenemos dos opciones. La del
Faraón que despertó, pero, sin embargo, volvió a dormirse... y la que eligió
Iaacov, cuando “despertó de su sueño y dijo: “.A. está en este lugar, y yo
mismo no lo sabía”. Y se llenó de temor, y añadió: “¡Cuán inspirador de
temor es este lugar! Esta no es otra cosa sino la casa de .A., y esta es la
puerta de los cielos” y se levantó muy de mañana.
Iaacov
percibió que también en ese lugar inhóspito .A. estaba con él como había
estado en la casa de sus padres, y se le manifestó el gigantesco poder de la
plegaria. Había tomado las piedras del lugar y las usó como almohada, convirtiéndolas
con su oración en un lugar sagrado a un nivel que él mismo no había
percibido.La
lectura de este shabat nos inspira a elegir la opción de Iaacov y ascender
por la escalera –sulam - סולם- cuyo valor numérico equivale a la palabra
kol, -קול -voz- hasta las alturas celestiales.(Ambas suman 136), convirtiendo
a la voz de la tefilá en la escalera del sueño.