jueves, 21 de mayo de 2015

Parashat Bamidbar

Rav Yerahmiel Barylka.

Reflexiones del Rav Yerahmiel Barylka*



Recordamos a Najshón, de la tribu de Iehudá, que se lanzó al mar Rojo, antes que todos. Fue una demostración de la fe en el Todopoderoso que inmediatamente lo dividió. El Midrash (también registrado en Baba Batra 91a) señala que Najshón tuvo cuatro hijos, entre ellos Elimélej, marido de Naomi, y Shalmon, padre de Booz. Allí aprendemos que Najshón fue padre y abuelo de dos grandes personalidades en el Libro de Rut, que vamos a leer en Shavuot. El valor y la toma de riesgos, o la falta de ellos, pueden ser vistos como un tema subyacente de todo el libro de Bemidbar en el que se registra la historia de los cuarenta años, durante los que los israelitas vagaron por el desierto. Cuando los exploradores regresan con un informe alarmante sobre la Tierra Prometida y la posibilidad de conquistarla (Bemidbar. 13-14), nuestros antepasados demuestran una total falta de voluntad, fortaleza y fe. Se lamentan, y tiemblan, y no desean seguir con la misión. No están dispuestos a asumir el riesgo de una guerra, para la conquista de la Tierra Prometida.

Najshón en la orilla del Mar Rojo se ve valiente y audaz. Debido a su valor los recién liberados esclavos se salvaron. La notable capacidad de Najshón de asumir riesgos se transmitió a Elimélej y Boaz. El Libro de Rut se cierra con los nombres de diez generaciones de Peretz (hijo de Iehudá) hasta el rey David, y Najshón aparece justo en el centro: Es la figura central entre los patriarcas y la generación de la monarquía que será mesiánica. Pero mientras Najshón y Boaz deben ser elogiados por su toma de riesgos, Elimélej sólo puede ser vilipendiado por su conducta.
Cuando una terrible hambruna desciende sobre Bet Lejem, el hogar de Elimélej, él decide comenzar una nueva vida en la tierra de Moab. Sin lugar a dudas, esto demuestra coraje por parte de Elimélej, la capacidad de correr el riesgo de lo desconocido en un ambiente extraño. 
Como la de todos los migrantes en la historia. Pero su motivación era la codicia. Se negó a compartir su botín con sus parientes muertos de hambre, y estaba dispuesto a dejar su patria y sus raíces ancestrales en aras de su riqueza.
Por lo tanto, no es de sorprendernos que lo golpee la tragedia.
Elimélej muere, y sus hijos, inevitablemente, se casan con mujeres moabitas. Su progenie también muere. Ya no son parte del pueblo.
Por el contrario, Boaz no deja Bet Lejem durante la hambruna. Y cuando surge el reto de hacer un acto misericordia para Naomi y redimir la tierra de Elimélej, y casarse con Rut, una conversa. Boaz asume la obligación financiera y el riesgo social del matrimonio. El descendiente de esta unión resulta ser nada menos que el rey David, de quien emergerá la línea mesiánica.
El riesgo que asumió Elimélej se basa en la codicia, y el abandono de su tradición; y termina en su muerte y destrucción. El riesgo asumido por Boaz estaba basada en la bondad amorosa, y su resultado es la redención.
La dialéctica Elimélej-Boaz es un tema perenne en el mundo judío. El riesgo es positivo, e incluso obligatorio, desde una perspectiva judía. La pregunta que tenemos que hacernos es la motivación, que podamos aportar para determinar el resultado de nuestras acciones.
Shabat Shalom y Jag Sameaj,

Rav Yerahmiel Barylka. Sinagoga Rambam. Madrid.