jueves, 29 de junio de 2017

Testimonios, leyes y decretos

19 (1) Y le dijo el Eterno a Moisés: (2) “He aquí el precepto que dispone el Eterno. Di a los hijos de Israel que te  traigan una vaca rojiza sin mácula alguna y sobre la cual no haya puesto yugo. (3). Se la daréis a Eleazar el sacerdote, quien la sacará del campamento y la hará degollar en su presencia. (4) Y Eleazar el sacerdote mojará su dedo en la sangre de la víctima y rociará siete veces el frente del Tabernáculo. (5) Luego hará quemar la vaca ante sus ojos. La piel, la carne y los excrementos serán quemados. (6) Y el sacerdote tomará un palo de cedro, hisopo y tinte carmesí y los echará en medio del fuego en que arde la vaca. (7) Después el sacerdote lavará sus vestiduras, se lavará con agua e irá al campamento pero será considerado impuro hasta el atardecer. (8) Y el que quemó el animal también lavará sus vestiduras, se lavará con agua y será impuro hasta el atardecer. (9) Y un hombre que sea puro recogerá las cenizas de la vaca y las pondrá fuera del campamento en lugar limpio y las guardará, para la congregación de los hijos de Israel, para el agua de la expiación. (10) Y el que recogió las cenizas de la vaca lavará sus vestiduras y será impuro hasta el atardecer. Será ley eterna para los hijos de Israel y para los extranjeros que moran con ellos. (11) El que toque el cadáver de un hombre quedará impurificado durante siete días. (12) Deberá purificarse con las cenizas de la vaca rojiza al tercer día para quedar puro al séptimo día, pero si no se purifica al tercer día, no será puro al séptimo. (13) Quien toque el cuerpo muerto de un hombre y no se purifica, profana la morada del Eterno. Esa alma será extirpada del seno de Israel porque el agua de expiación no se roció sobre ese hombre, que permanece impuro. (14) Esa es la ley aplicable cuando un hombre muere en su tienda. Todo lo que hay en la tienda o entre a ella quedará impuro durante siete días. (15) Y todo recipiente descubierto que no tenga la tapa ajustada será impuro. (16) Y el que toque en el campo a un muerto por espada o  cadáver cualquiera o hueso de hombre o una tumba, quedará impuro por siete días. (17) Y para volver a purificarse, el impuro tomará cenizas de purificación (de las vacas rojizas quemadas) que echará en una vasija con agua corriente…”.

Como habrán podido comprobar, la primera parte de la lectura de la parashat de esta semana, aborda las leyes de Pará Adumá o de la Vaca Rojiza, cuya ceniza se emplea para purificar a los impuros, que volvemos a incluir en esta edición.  Parashat Jukat (Bamidbar 19:1-22:1).
En la Torá existen tres tipos normativos  a saber: los testimonios (Eduiot), relativos a los preceptos  memorables de acontecimientos históricos, como el Shabat que recuerda la creación del mundo, Pesaj y Mezuzá que nos evocan la salida de Egipto; jurisprudencia (Mishpatim), que comprende todo lo relacionado con las leyes civiles como el patrimonio, la herencia, transacciones, préstamos y acerca de los delitos tipificados como el robo, por ejemplo; y los decretos (jukim), cuya razón es desconocida. Cabe citar como ejemplos la prohibición de mezclar la leche y  la carne, combinar lino y lana en la vestimenta y sembrar trigo , cebada y vid juntos, así como la prohibición del consumo de ciertos animales. El precepto de la Pará Adumá pertenece a la tercera categoría y, por medio de su complimiento, el ser humano expresa su reconocimiento de las limitaciones que tiene su saber y que acepta observar las leyes Divinas por el simple hecho de que, por el hecho de ser Divinas, tienen por objetivo.