miércoles, 4 de septiembre de 2013

Israel, la meta de la Creación



Lectura de la Torá para Shabat, 3 de Thisrei de 5774


Shabat Shuva

Parashat Ha’ Azinu

Devarim 32:1-32

Hafatará: 
Oseas 14:2-10, Miqueas 7:18-20 (Sef.)
Oseas 14:2-10; Joel 2:15-27 (Ash.)


La parashat de esta semana que antecede a Yom Kipur se denomina “Shirá Ha’ Aazinu. En la misma se narra la despedida de Moshé Rabenu del pueblo de Israel al cumplir los 120 años de edad, y lo hace con un cántico muy especial que contiene entre sus palabras el desarrollo de la historia del pueblo judío. Nuestros maestros describen tres etapas bien diferenciadas de Shirá Ha’ Azinu. En la primera se alude al destino de un pueblo. El pueblo de Israel es presentado como meta de toda la Creación. Antes del nacimiento del primer hebreo en el mundo fueron planificadas y ordenadas todos los países para el advenimiento del pueblo de Israel como nación elegida, señal para las naciones, objeto de la creación. En la misma se recuerda “los días de la antigüedad, considerando los años de muchas generaciones: “pregunta a tu padre que él te anunciará, a tus ancianos y ellos te dirán. Que repartiendo el Altísimo herencia, cuando hizo separarse a los hijos de Adam iba forjando los límites de los pueblos, conforme al número de los hijos de Israel”.

La gloriosa y apoteósica salida de Egipto, la elevación con la entrega de nuestra Sagrada Torá, la conquista de la Tierra y el asentamiento, el Santuario de Jerusalem, de elevación en elevación, el florecimiento de una nación constituyen la esencia de un destino único.
En segundo término se aborda la época del fracaso y el castigo. Y la época del florecimiento no duró mucho. Israel no escuchó el clamor de sus profetas y fracasó en el cumplimiento de su elevado objetivo de ser luz para las naciones. Abandonó el camino de la vida y llegó la destrucción del Santuario de la Tierra y el exilio; acontecieron grandes desgracias y calamidades: “Mas se engordó Ieshurún y dio voces: -Te engordaste, te engrosaste, te cubriste de gordura, entonces desechó a D-s, Su Hacedor y menospreció la Roca de su salvación”.
Y llegó el triste castigo, según escribe el rabino-doctor Mordejai ben Moshé Maarabi, “y el Señor lo vio y lo trató con desprecio, porque le habían provocado sus hijos y sus hijas y dijo:-Yo esconderé mi rostro de ellos, veré cuál será su postrimería, porque generación perversa es, son hijos en quienes no hay fe-“.
En el apartado tercero, sin embargo,  se alude a la época del consuelo, dado que afortunadamente, habrá límites para el castigo y los infortunios. Es decir, vendrá por fin la redención (Geula), aunque se vea retrasada, es la promesa de D-s, un pacto de eternidad que no será olvidado.
De esta manera se recuerda la expresión de D-s: “Yo entonces me acordaré de mi pacto con Yaakov y también de mi pacto con Yitzhak y, asimismo, de mi pacto con Abraham me acordaré y me acordaré de la Tierra. Porque la Tierra habrá quedado desocupada de ellos y habrá completado sus Sábados, mientras estaba en desolación sin ellos y ellos habían sido perdonados por su iniquidad. Mas ni aún por todo esto ellos en la tierra de sus enemigos los habré desechado ni habré destetado” (Vayikrá 26:42-44).
En este mismo contexto, en Devarim 32:36), se indica: “Porque el Señor juzgará a su pueblo y de sus siervos se dolerá, cuando viere que se les ha ido el auxilio, sin quedar ni esclavos ni lebres”.
Tres etapas para un mismo destino: ser testimonio viviente de la Humanidad, repasar la historia para vivir un presente con proyección de futuro, para vivir y ser mejores, amparados en los designios del D-s Creador hacedor de los Cielos y la Tierra: “Escuchad, oh cielos y hablaré; y oiga la tierra los dichos de mi boca”.