Lectura de la Torá para Shabat, 3 de Thisrei de 5774
Shabat Shuva
Parashat Ha’ Azinu
Devarim 32:1-32
Hafatará:
Oseas 14:2-10, Miqueas 7:18-20 (Sef.)
Oseas 14:2-10; Joel 2:15-27 (Ash.)
La parashat de esta semana que antecede a Yom Kipur se
denomina “Shirá Ha’ Aazinu. En la misma se narra la despedida de Moshé Rabenu
del pueblo de Israel al cumplir los 120 años de edad, y lo hace con un cántico
muy especial que contiene entre sus palabras el desarrollo de la historia del
pueblo judío. Nuestros maestros describen tres etapas bien diferenciadas de
Shirá Ha’ Azinu. En la primera se alude al destino de un pueblo. El pueblo de
Israel es presentado como meta de toda la Creación. Antes del nacimiento del
primer hebreo en el mundo fueron planificadas y ordenadas todos los países para
el advenimiento del pueblo de Israel como nación elegida, señal para las
naciones, objeto de la creación. En la misma se recuerda “los días de la
antigüedad, considerando los años de muchas generaciones: “pregunta a tu padre
que él te anunciará, a tus ancianos y ellos te dirán. Que repartiendo el
Altísimo herencia, cuando hizo separarse a los hijos de Adam iba forjando los
límites de los pueblos, conforme al número de los hijos de Israel”.
La gloriosa y apoteósica salida de Egipto, la elevación con
la entrega de nuestra Sagrada Torá, la conquista de la Tierra y el
asentamiento, el Santuario de Jerusalem, de elevación en elevación, el
florecimiento de una nación constituyen la esencia de un destino único.
En segundo término se aborda la época del fracaso y el castigo.
Y la época del florecimiento no duró mucho. Israel no escuchó el clamor de sus
profetas y fracasó en el cumplimiento de su elevado objetivo de ser luz para
las naciones. Abandonó el camino de la vida y llegó la destrucción del
Santuario de la Tierra y el exilio; acontecieron grandes desgracias y
calamidades: “Mas se engordó Ieshurún y dio voces: -Te engordaste, te
engrosaste, te cubriste de gordura, entonces desechó a D-s, Su Hacedor y
menospreció la Roca de su salvación”.
Y llegó el triste castigo, según escribe el rabino-doctor
Mordejai ben Moshé Maarabi, “y el Señor lo vio y lo trató con desprecio, porque
le habían provocado sus hijos y sus hijas y dijo:-Yo esconderé mi rostro de
ellos, veré cuál será su postrimería, porque generación perversa es, son hijos
en quienes no hay fe-“.
En el apartado tercero, sin embargo, se alude a la época del consuelo, dado que
afortunadamente, habrá límites para el castigo y los infortunios. Es decir,
vendrá por fin la redención (Geula), aunque se vea retrasada, es la promesa de
D-s, un pacto de eternidad que no será olvidado.
De esta manera se recuerda la expresión de D-s: “Yo entonces
me acordaré de mi pacto con Yaakov y también de mi pacto con Yitzhak y,
asimismo, de mi pacto con Abraham me acordaré y me acordaré de la Tierra.
Porque la Tierra habrá quedado desocupada de ellos y habrá completado sus
Sábados, mientras estaba en desolación sin ellos y ellos habían sido perdonados
por su iniquidad. Mas ni aún por todo esto ellos en la tierra de sus enemigos
los habré desechado ni habré destetado” (Vayikrá 26:42-44).
En este mismo contexto, en Devarim 32:36), se indica: “Porque
el Señor juzgará a su pueblo y de sus siervos se dolerá, cuando viere que se
les ha ido el auxilio, sin quedar ni esclavos ni lebres”.
Tres etapas para un mismo destino: ser testimonio viviente
de la Humanidad, repasar la historia para vivir un presente con proyección de
futuro, para vivir y ser mejores, amparados en los designios del D-s Creador
hacedor de los Cielos y la Tierra: “Escuchad, oh cielos y hablaré; y oiga la
tierra los dichos de mi boca”.