En la parashat Toledot, (Bereshit (25:19-28-9) que leemos esta semana, Yitzhak, nuestro patriarca, ha de elegir a su sucesor como líder del pueblo de Israel. Esaú, su hijo más querido y a la vez totalmente desviado de la senda de la Torá y Yaakov su segundo hijo-seguidor de la escuela de Abraham-, eran los candidatos a designar. Esaú disgustó a sus padres tomando para sí mujeres cananeas, como está escrito, “estas ocasionaron disgustos a Yitzhak y Rivká” (Bereshit 26:35).
Con su comportamiento demostró Esaú que era incapaz de ser representante y
continuador del legado judío que su padre dejaba bajo su responsabilidad. ¿Dónde
estaba su identidad judía? ¿Qué mensaje dejaría a las generaciones venideras?
El Midrash pregunta acerca del versículo mencionado con
anterioridad, según escribe Tsvi Ariel Refinet (Midrash Sefaradí, Jerusalem,
Israel): “El por qué la Torá cita primero a Yitzhak y después a Rivká siendo
Esaú el hijo preferido de este. A lo que respondemos-añade-: Tanto Yitzhak como
Rivká defienden con uñas y dientes los principios desechados por Esaú y
evidentemente esto inclinó la balanza a favor de Yaakov”.
Abraham, Yitzhak y
Yaakov, nuestros padres, presentaban aspectos diferenciadores, el primero salió
de Ur de Caldea hacia Canaan, pero no vivió siempre allí. Sin embargo, su hijo
Yizhak nació y pasó toda su vida en Eretz Israel. Por su parte, el nieto de
Abraham Avino, nació y vivió en Eretz Israel, pero descendió a Egipto donde murió.
La integridad y amor a D-s y sus preceptos constituyen el nexo común de
nuestros padres.