martes, 1 de mayo de 2018

Las obligaciones de los kohanim y el respeto a los seres vivos


“Y dijo el Eterno a Moisés: -Habla a los kohanim, hijos de Aharón, y les dirás a ellos que a un alma no se impurificará en su estirpe-”. En estos términos, comienza el pasaje de la Torá de esta semana -sobre lo que Rashí nos acota-:”Diles - y les dirás –nos marca la obligación de los mayores en aleccionar y alentar a los más jóvenes”.
En esta porción Emor (Vayikrá 21-24), se abordan, entre otros asuntos, la figura y la función del sacerdocio desde tiempos inmemoriales, muy relevante en el Pueblo de Israel. Ya desde antes de que se instituyera este título y fuera conferido a los hijos de Aharón, el cometido lo cumplían, primero los primogénitos de las familias y luego de que éstos decepcionaron, se transfirió a los levitas, quienes siempre fueron considerados como los líderes espirituales del Pueblo de Israel. Sin embargo, la calidad máxima de santidad, D-s se la otorgó a Aharón y a sus hijos como un privilegio de responsabilidad eterna. Así pues, en esta porción se detallan los privilegios, condiciones y obligaciones del Kohen o de los kohanim.
La parashat Emor alude a las festividades de D-s, siendo la primera de ellas, el Shabat. El Shabat, lejos de ser un encierro y restricciones, constituye una fiesta para el hombre, para la mujer, para los niños y toda la familia. En este contexto se estipulan las demás festividades mayores de nuestro calendario, como Pésaj, Shavuot, Rosh Hashaná, Yom Kipur y Sukot. Entre Pésaj y Shavuot tiene lugar la cuenta del Omer. “Y contaréis siete semanas completas desde el día posterior al primer día de Pascua, o sea desde el día que trajisteis el ómer de la ofrenda alzada. Al cumplirse cincuenta días, o sea al día siguiente del plazo de siete semanas, ofreceréis una nueva oblación al Eterno..”.
En esta parashat se enumeran las normas éticas en el tratamiento y cuidado de los animales, y en evitar su sufrimiento y maltrato y prohíbe taxativamente la castración o mutilación de los mismos. Igualmente, dicta los fundamentos para la reparación de los daños causados al prójimo.