Lectura de la Torá para Shabat, 20 de Kislev de 5774
Sábado, 23 de noviembre de 2013
Parashat Vaieshev
Bereshit 37:1-40:23
Hafatará: Amós 2:6-3:8
“Y residió Yaakov en las tierras que habitó su padre, en la Tierra de
Kenán-an”.
La apasionante y dramática historia de Yosef constituye el ejemplo más
significativo y aleccionador sobre cómo deben interpretar los avatares y
penurias de la vida. Todo lo que enfrenta la persona durante su existencia, aún
los hechos más injustos e incomprensibles, ocultan un propósito para uno mismo
y para los demás. Sobre este aspecto comenta el Rabí Mordejay Babor, que “la
clave para descubrir este propósito consiste en asumir las pruebas con
humildad, con firme fe firme y paciente perseverancia”.
Agrega que “nadie podía imaginar-en el difícil y terrible principio de esta
historia-que lo que estaba sucediendo tenía un propósito ulterior programado
por D-s. Sólo el Patriarca Yaakov, con la fuerza de su santidad y experiencia,
vislumbró algo, pero aún así, no pudo imaginar jamás la profunda trama que se
estaba urdiendo”.
En esta parashat, entre otras cosas, se alude a los sueños que tuvo Yosef
aún cuando no había descendido a Egipto. El origen de los sueños, según escribe
el Rabí Babor, es atribuible a tres factores: mental, físico y espiritual.
La interpretación de los sueños y el efecto que pueden llegar a tener en la
vida real-agrega-depende de tres cosas: estado anímico del soñador; la forma en
que lo cuenta y transmite y de quién y cómo lo interpreta.
Yosef estaba convencido de que no eran fruto de su imaginación y sorprendido
e impactado por lo que soñó, fue a referírselo a sus hermanos, sin saber que en
realidad contenían un mensaje metafísico y ellos, sin pretenderlo, acertaron en
la interpretación, al increparle diciendo: “¿Acaso crees que vas a reinar sobre
nosotros…?”.