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Rav Yerahmiel Barylka. |
Reflexiones del Rav Yerahmiel*
El rabino Shlomo Riskin de la ciudad de Efrat, comenta el versículo de nuestra parashá, “para que no participes de su pecado” y nos convoca a razonar, reocupado por la “hemorragia” poblacional que, excepto en Israel, afecta a todo el pueblo judío. Para inspirarnos a permanecer dentro o regresar a nuestro pueblo, nos ofrece algunas meditaciones.
Hemos celebrado Pesaj y estamos “contando” cada día hacia la festividad de Shavuot. El término hebreo para el conteo es sefirá, una palabra llena de significado. Su raíz hebrea, es sapir - el deslumbrante azul - como la Torá nos relata inmediatamente después de la revelación en el Sinaí: “Y subieron Moshé y Aarón, Nadav y Aviú, y setenta de los ancianos de Israel; y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno.” (Shemot 24: 9-10). En hebreo “sefirá” (contaje - zafiro) también se asocia con el sipur sustantivo hebreo, que significa cuento (también en español relato-conteo se asocian), tal como dice el pasuk una historia, una re-conteo - la esencia misma de la experiencia de la noche del Seder de Pesaj: “Y lo contarás en aquel día a tu hijo, diciendo: Se hace esto con motivo de lo que .A. hizo conmigo cuando me sacó de Egipto... “(Shemot 13: 8.) Los israelitas entraron en Egipto como una familia, los 70 hijos de Jacob. De ahí que el relato de la historia de nuestra esclavitud y la redención final es el relato de la historia familiar. Una nación es una familia con mayúsculas: en una familia, hay recuerdos familiares de los orígenes; en una familia hay un sentido de comunidad y la unión de la comunidad; en una familia hay alimentos y costumbres especiales, fiestas y celebraciones especiales; en una familia hay valores e ideales, que enseñan lo que es aceptable y lo que es inaceptable, en la familia hay una mayor sensación de un destino compartido.