Balak intenta destruir al pueblo de Israel, sabe que no podrá lograrlo mediante la guerra porque D-s está con ellos. Recurre entonces a Bilam, profeta de los gentiles que llegó a alcanzar el mismo grado de sabiduría y profecía como Moshe Rabenu.
Entendía Balak, según escribe Jack Suli, que podría por ello maldecir al pueblo elegido en el instante preciso que existe en cada día, que todos ignoraban, pero que sólo Bilam conocía. Hay un instante en el día que todo aquello que se pide se cumple. Y Bilam, sabedor de ello, lo intentó. Suli indica en su comentario de la parashat (Bamidbar 22:2-25-9) de este Shabat que “cabría preguntar por qué D-s concedió profecía a un malvado”. La respuesta reside en que el Todopoderoso demostrando Su equidad, de la misma manera que dio a Moshe Rabenu como profeta de Israel, así también dio a Bilam como profeta de los gentiles”.
Por su parte, Harav Yerahmiel Barylka, escribe que "esta
parashá es tan importante que provocó una discusión entre nuestros sabios si
debía o no ser incluida, toda o parcialmente, en la lectura cotidiana del
Shemá, que finalmente no se autorizó. En la profecía de Bilam (23:22), hay
referencia al Éxodo de Egipto y al reinado Divino y ella hubiera podido
reemplazar la parashá de los tzitzit cuyo objetivo es similar, opinaron
algunos. Según otros, su inclusión en la lectura diaria hubiera contestado a
quienes mofándose querían afirmar que fue Bilam quien la incluyó en la Torá y
no Moshé. Pero, prefiero pensar que independientemente de las razones de la
exclusión, sean técnicas o estructurales, las palabras de Bilam ocupan un lugar
fundamental en nuestra memoria histórica. Sus intenciones se vieron frustradas,
porque confió que iba a encontrar al pueblo debilitado y en esa instancia
hubiera podido maldecir y dañar”.
Ma tovu
Agrega Harav Baryka que “estas profecías, tan importantes, no
fueron proferidas por Moshé ni por ninguno de los profetas descendientes de
Abraham sino por quien, nacido fuera del pueblo de Israel, alcanzó a ver lo que
muchos miembros del mismo no verían jamás. Lo que percibió Bilam, no lo vieron
los miembros de la generación del desierto. Su "ma tovu" es usado por nosotros en el comienzo de
nuestras plegarias cotidianas al extremo que al pronunciarlas nos olvidamos de
su autor. De Bilam aprendemos que la profecía no fue conferida con exclusividad
al pueblo de Israel, que la revelación proviene de fuente divina y que no se
trata de adivinación ni de predestinación. Hay en las profecías que hoy ya no
tenemos, un factor subyacente y es que la libre determinación de los individuos
acerca de quienes se realiza la profecía, influye en el tiempo y en el modo de
su cumplimiento”.
"No
hubo en Israel, profeta como Moshé- pero sí entre las naciones y fue
Bilam" nos dice el Midrash quizás basándose en Rosh Hashaná 21b. ¿Cuál es
la diferencia entre las profecías de Moshé y las de Bilam? – Bilam "dice
el que oyó los dichos de D-os, el que vio la visión del Omnipotente; caído,
pero abiertos los ojos" (24:4) Habla con D-os pero cae. Moshé habla con
D-os y permanece de pie. Habla "panim el panim". Cara a cara. Bilam
se desploma. Sin embargo, no se puede reducir en nada la importancia de
ese enemigo de Israel que muy dentro de sí buscó encontrar en la Revelación
maneras de colaborar con los designios de Balak de borrar a las hijos de Israel
de la faz de la Tierra, aún antes que se conviertan en nación. Bilam fue
también poeta, y sus palabras tienen especial sentido estético. Las palabras
bien usadas se graban mejor en la memoria y antes que en ella, en los
corazones. Es él quien usa el término am – pueblo para referirse al
grupo de esclavos redimidos”.
"Mas
no quiso el Señor tu D-os oír a Bilam; y el Señor tu D-os te convirtió la
maldición en bendición, porque el Señor tu D-os te amaba" (Devarim 23:5),nos recuerda Moshé. Quien decide no es
el profeta, nos recuerda el visionario por antonomasia. Iehoshúa (24:10) también recuerda a Bilam en su
último discurso: "Después
se levantó Balac hijo de Tzipor, rey de los moabitas, y peleó contra Israel; y
envió a llamar a Bilam hijo de Peor, para que os maldijese. Mas no quiso
escuchar el Señor, tu D-os, a Bilam, por lo cual los bendijo repetidamente, y
los libró de sus manos", dejando
en claro en quien se encuentra el poder de bendecir. El profeta Mija (6:5), no queda indiferente, al decir
casi imperativamente "Pueblo
mío, acuérdate por favor qué aconsejó Balac rey de Moab, y qué le respondió
Bilam hijo de Peor, desde Shitim hasta Gilgal, para que conozcas las justicias
de D-os", dando lugar a
que algunos sabios vean en sus palabras la orden de recordarlo diariamente,
acaso en el Shemá. Y Nehemia
(13:2) dice: "Aquel día se leyó en el libro de
Moshé, oyéndolo el pueblo, y fue hallado escrito en él que los amonitas y
moabitas no debían entrar jamás en la congregación de D-os, por cuanto no
salieron a recibir a los hijos de Israel con pan y agua, sino que dieron dinero
a Bilam para que los maldijera, mas nuestro D-os volvió la maldición en
bendición".
Tan
fuerte fue el impacto de estos versículos –escribe Harav Yerahmiel Barylka - que
son traídos una y otra vez en la Torá, en los Profetas y en los Ketuvim,
pese a ello, al igual que los Diez Mandamientos, quedan fuera de la lectura del
Shemá, inclusión que también fuera discutida en su momento”.
“D-os
no autorizó la maldición –explica- porque el pueblo estaba bendecido. El pueblo
estaba bendecido porque pese a sus errores, continuó guardando aquellos
principios que permitieron que, aún contra su voluntad, Bilam deba reconocer
que las tiendas de Israel son bellas. Había en ellas pureza. Gozaban de la paz
y de la convivencia. De ellas emanaba santidad”.
“El
pueblo de Israel "se
agacha como un león, se tiende como una leona: ¿quién lo levantará?"
(24:9), cuando D-os lo protege puede estar
tranquilo, nadie lo molestará. Se acuesta y se levanta profiriendo las palabras
de la fe, el Oye Israel. Cuando los profetas ajenos ven nuestros defectos
y nuestras virtudes, debemos creerles más que a los propios, que tantas veces
se auto engañan e intentan engañar a sus oyentes, llenándonos de elogios o de
acerbas críticas, ni las primeras reales ni las segundas tan amenazadoras como
para darles tanto furor”.
“De
las bendiciones y elogios del enemigo, entenderemos que esos eran los puntos
que él hubiera deseado socavar pero no pudo porque eran demasiado fuertes,
dicen nuestros sabios hace muchas generaciones usando psicologuismos puestos de
moda muchos siglos después. Bilam, dicen, no toleraba las tiendas de Israel, y
a ellas elogia cuando por dentro pide por su impurificación”, agrega Barylka.
“No
habrá maldición que nos alcance –asegura - si nuestras generaciones continúan
reforzando la santidad de los hogares, la pureza de sus templos”.