Lectura de la Torá para Shabat, 4 de Marjeshvan de 5776
17 de octubre de 2015Parashat Noaj Bereshit:6-9-11:32Haftará Isaías 66:1-24
La indigencia azotaba a la humanidad y la miseria hacía estragos entre los hombres antes del nacimiento de Noaj. En aquella época la mortandad infantil era muy elevada, pocos lograban sobrevivir. Noaj modificó radicalmente el panorama con su ciencia y sabiduría: la humanidad comenzó a proliferar, a explotar los recursos naturales y la riqueza se acumulaba en manos de unos pocos en detrimento de la mayoría, dando lugar a la división de la sociedad entre ricos y pobres, entre señores y plebeyos.
Los señores eran los amos indiscutibles; la plebe, o sea los hijos del
hombre-ya que los primeros se creían descendientes de dioses-carecían de todo
derecho. Ellos junto con sus mujeres pasaron a ser propiedad de los señores,
tal como escribe el Rab. Shelomó Yabra.
“La excesiva abundancia-agrega-y riqueza acumulada en un sector minoritario,
exento de valores éticos y morales, degeneró en el vicio y la corrupción que
luego también se extendió a las clases inferiores, dando como resultado la
situación descrita con tanto realismo en la Torá”.
Noaj contaba 600 años cuando aconteció el diluvio en la tierra. Toda una vida
de sacrificios e ilusiones se derrumbó para él, el tiempo hizo trizas su fe en
su ciencia, que había puesto tan abnegadamente al servicio de la humanidad, en
su fe en el hombre, de sus ideales y predicados con amor y bondad.
“…Y quedó únicamente Noaj, el pastor quedó sin su rebaño…” (Bereshit 7:23).
Estas breves, pero trágicas palabras resumían la gran tragedia de un adalid de
la humanidad. Tal como explica el Rabino Yabra, “la soledad fue el resultado de
noches de desvelos e insomnio y de días de infatigable labor por el bien del
género humano”.
En este caso, a modo de conclusión, y en consonancia con lo expresado por el
Rab. Shelomó Yabra, hemos de aprovechar la experiencia de Noaj, de suerte que
podremos comprobar que todavía hay esperanza en este mundo. Hemos de actuar
como Noaj al salir del arca. Que el cumplimiento de nuestros deberes en la sociedad
o en los puestos que desempeñemos en nuestra vida social, laboral, familiar y
personal sea como el sacrificio brindado en su momento por Noaj ante el Eterno.
Que nuestras acciones, conocimientos e ingenio sean nuestra contribución a un
mundo más justo y bondadoso.