viernes, 31 de julio de 2015

"Consolad, consolad a mi pueblo"

La Haftará de este Shabat comienza con las palabras del profeta Ieshayahu (capítulo 40)  "consolad, consolad a mi pueblo... decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de .A. por todos sus pecados." En otras palabras: que ha llegado el fin de exilio. 
Todos podemos atestiguar que las palabras de Ieshayahu se están cumpliendo en nuestros días, según señala en su mensaje semanal Harav Yerahmiel Barylka, de la Sinagoga Rambam de Madrid.
Después de dos mil años de exilio, y del calamitoso Holocausto, estamos renaciendo en nuestra propia tierra.
Millones de judíos ya se reunieron en su Hogar, como dijo el naví: "Como pastor pastoreará su propio hato. Con su brazo juntará los corderos;  y en su seno [los] llevará. Conducirá   a las que están dando de mamar. "(40:11).
Podemos oír que "alguien está clamando en el desierto: "Despejen el camino de .A., hagan recta la calzada para nuestro Di-os a través de la llanura desértica.  Que todo valle sea levantado y toda montaña y colina sea bajada.

Y el terreno lleno de montículos tiene que llegar a ser tierra llana, y el terreno escabroso una llanura"(Versículos 3-4).
En la lectura de Vaetjanán, Moshé nos confía de qué manera suplicó al Todopoderoso, rogándole para que revierta su decisión de frustrar su mayor sueño: permitirle ingresar a la Tierra Prometida. Pero la suya fue una oración sin respuesta. Moshé persistió en su petición, aunque sabía bien que su solicitud se rechazaría. Tenía esperanza, frente a probabilidades imposibles, no cejó en su súplica sabiendo que la falta de respuesta también es una contestación.
Al final fueron sus hijos encabezados por su discípulo Yehoshúa quienes ingresarían a la Tierra.
Ieshayahu contesta a Moshé y a todos quienes durante cada generación no vieron la redención pese a que tanto pidieron por ella, y lo vemos en cada rincón del Israel de hoy. El profeta nos dice: el tiempo ya es cumplido, es hora de Redención total.
Si los padres no pueden llegar a su Hogar Nacional, lo harán los hijos.

Textos: Harav Yerahmiel Barylka. 
Sinagoga Rambam. La Moraleja. Madrid.