La palabra de Ethel*
El 15 del mes de Shvat(1), conmemoramos el año nuevo de los árboles que en un principio estaba ligado al cálculo del ciclo impositivo, que como en toda sociedad agrícola, estaba relacionado al calendario y al período de las lluvias. Tu Bishvat, buscaba señalar la fecha más exacta de la mitad del invierno. Sólo posteriormente se le sumaron connotaciones místicas, bajo la influencia de los cabalistas de Tzfat que instituyeron el “Seder Tu Bishvat”.
Jeruslaem, capital de Israel./BENISRI |
El largo exilio alejó al pueblo judío no sólo de su tierra, y obviamente también de las normas impositivas y agrícolas relacionadas a ella. Sin embargo, la falta de un suelo propio no fue sólo nostalgia. Las comunidades judías dispersas encontraron maneras de elaborar el duelo por la pérdida del territorio nacional en una serie de símbolos, ritos y costumbres. Así como en el muro oriental de la casa se dejaba un pedazo sin pintar para recordar la destrucción, en las mesas de los judíos en todos los confines de la tierra, se solía colocar en las mesas
del día de Tu Bishvat un conjunto de frutas que sirvieran de puente a la memoria histórica de los frutos del país. Para que la imaginación supla lo que la realidad impedía gozar.
Cuando comenzó el regreso masivo de las primeras aliot a Israel, Tu Bishvat fue transfigurado. No podía ser de otra manera. El movimiento sionista aspiraba reubicar al hombre-judío que debe ser “como árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera” (Salmos 1:3).
Los primeros jalutzim (2) y los que les siguieron volvieron a estar en contacto con el suelo y el trabajo agrícola en la tierra de Israel. Árboles que arraigados a la tierra, subían con sus ramas al cielo recordando la escala de Iaakov, uniendo lo material y lo divino, lo terrenal y lo celestial.